“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
Lectura: Mateo 1:21-23.
Los antiguos escogían los nombres de sus hijos por un rasgo del niño o usaban el nombre de un antepasado. En el caso de Jesús, el nombre vino dado por el ángel para describir su ministerio. Jesús significa “El Señor es Salvación”. El ángel le habría hablado a José en arameo, un dialecto de hebreo, y le habría dicho que lo llamara “Josué”. “Jesús” es la traducción al griego. Jesús es un nuevo Josué, el líder militar que conquistó al enemigo y condujo a su pueblo a entrar en su heredad. El niño de María no fue llamado Moisés, porque Moisés se descalificó por su desobediencia. No obstante, hace las veces de Moisés y Josué juntos: liberación de la esclavitud, conducción por el desierto, concesión de una nueva ley, consolidación del pueblo, victoria sobre el enemigo, y entrada en la herencia. Ahora, Jesús lleva a cabo todas estas cosas, pero en términos espirituales.
Su ministerio está aquí plasmado en este versículo: “salva a su pueblo de sus pecados”. ¿Cuál es el problema de Catalunya? ¿Que ha sido dominada por Madrid y necesita la independencia? La solución no es un nuevo rey. El problema principal no es el paro, ni la emigración, ni la seguridad social, ni la falta de atención médica, ni las pensiones, ni el sistema legal. Todos estos problemas son consecuencias del pecado. El problema número uno de Catalunya es que somos pecadores y necesitamos ser salvos de nuestros pecados. Jerusalén esperaba una solución política y Jesús viene con una solución moral, para llegar a la raíz del problema social.
Notemos que la profecía que se cumple dice: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (1:23). ¿Por qué no se llamó Emmanuel? Este versículo cita Is. 7:14 que es la historia del rey Acaz de Judá. Israel y Siria se aliaron para invadir Jerusalén, su capital. Dios quiere consolar a Acaz, pero es un rey incrédulo y las palabras no bastan. Entonces Dios le promete la señal de la virgen que dará a luz para decirle que está con él. Que sepamos, no se cumplió en tiempos de Acaz. Hay bastante debate entre los teólogos sobre el tema. El caso es que se cumple ahora con el nacimiento virginal de Jesús. Jesús es Emmanuel, “Dios con nosotros” literalmente. El nombre “Jesús” hace referencia a su ministerio, Él salva, y “Emmanuel” a quien es: Dios con nosotros.
Mateo ha empezado su evangelio con una genealogía para hablar del lado humano del Mesías (1:1-17): es hijo de Abraham, pero a la vez, tiene el lado divino: es Hijo de Dios (1:18-25). Se puede hablar de sus dos naturalezas, pero esto complica más la situación. ¿Cómo vamos a entender la realidad que hubo en Cristo? Por un lado, se cansaba y descansaba al lado del pozo de Jacob, y, por otro lado, calma la tempestad y los vientos y el mar le obedecen. En el primer capítulo de Mateo tenemos su humanidad y su origen divino. Es Emmanuel, Dios con nosotros. Es Dios en forma humana que salva del pecado. Es el Creador que se incorpora en su creación para restaurarla del pecado que la ha destruido. Tenemos un Divino Salvador.
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