“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó al Señor” (1 Sam. 7:12).
El futuro se extiende delante de nosotros lleno de incertidumbre. ¿Cómo pagaremos nuestras deudas? ¿Cómo conseguiremos trabajo? ¿Dónde viviremos? ¿Qué será de mí? ¿Qué pasará si…? Es un gran incógnito. No tenemos respuestas. La enseñanza bíblica es que para afrontar el futuro, hemos de mirar al pasado. La mirada hacia atrás fortalece nuestra fe. Vemos que hemos llegado hasta este momento a pesar de grandes dificultades. Dios ha hecho grandes cosas para nosotros en el pasado. El mismo Dios que luchó por nosotros entonces nos librará del problema tan grande que amenaza con destruirnos en el presente.
La historia de este capítulo es muy interesante. El pueblo de Dios se encontraba en un gran aprieto. “Cuando oyeron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron contra Israel; y al oír esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los filisteos” (1 Sam. 7:7). La preparación para nuestra batalla espiritual sigue los mismos pasos que los que Israel tomó en esta ocasión: Primero rectificaron lo que estaba mal en sus vidas: quitaron los ídolos y de todo corazón volvieron a Dios. Después se reunieron en Mizpa y ayunaron durante un día confesando sus pecados. Después “Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó” (v. 9). En nuestros días es lo mismo: primero hemos de poner en orden lo que está mal en nuestra vida, luego pedir perdón, ayunar y humillarnos delante de Dios; sólo entonces podemos orar pidiendo auxilio con total y exclusiva confianza en los méritos del Cordero sacrificado por nosotros. Cuando el enemigo viene contra nosotros con toda su fuerza, esto es lo que hemos de hacer.
“Los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, fueron vencidos delante de Israel” (v. 10). Fue después de la batalla cuando Samuel dijo estas palabras famosas: “Hasta aquí nos ayudó Jehová”. Puso una gran piedra en el lugar de la victoria para que futuras generaciones pudiesen recordar lo que Dios había hecho por ellos. Cuando se presentase el enemigo con todo su furor, mirarían a la piedra confiadamente sabiendo que el Dios que les ayudó en el pasado les ayudaría frente al imposible del presente.
¿Qué tienes en estos momentos? ¿Cómo se presenta el enemigo? Asegura que tu vida esté en orden delante de Dios, rectifica lo que está mal en ella, prepara tu corazón para el Señor, confiesa el pecado y luego ora, confiando en los méritos de Cristo, y el que te ayudó en el pasado peleará por ti y te dará la victoria.