CONFUSIONES CON ELÍAS

“E irá delante de él con el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lu. 1:17).
Esta es la profecía que vino a Zacarías anunciando el nacimiento de su hijo, Juan el Bautista. Juan es el cumplimiento de la profecía de Malaquías con que termina el Antiguo Testamento (Mal. 4:5, 6). O sea, el Antiguo Testamento terminó prometiendo que Elías volvería y esta profecía se cumplió en Juan el Bautista, el mensajero que prepararía el camino para el Mesías. Y Lucas, como buen historiador, comenzó su evangelio donde el Antiguo Testamento terminó, con el nacimiento de Juan el Bautista.
Juan el Bautista se parecía mucho a Elías. Cuando la gente preguntó a Juan si era Elías, dijo que no (Juan 1:21). No era él, pero vino con el mismo Espíritu que Elías. Y Jesús también vino con este mismo Espíritu. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos quién decía la gente que era, “ellos dijeron: unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, Jeremías, o alguno de los profetas” (Mat. 16:14). Se habían dado cuenta de que Juan el Bautista era como Elías. La gente estaba esperando la venida de Elías, y que después que viniese el Mesías. Los discípulos tenías sus dudas al respeto y preguntaban a Jesús: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, dijo: a la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mat. 17:10-13).
En el monte de la transfiguración Elías apareció juntamente con Moisés: “Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mat. 17:3). Moisés representó la ley y Elías a los profetas. La Voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo amado… a él oíd”, dando a entender que el Hijo es mayor que la ley y los profetas, pero en perfecta comunión con ambos. Juntos los tres hablaban de su muerte que venía en cumplimento de los sacrificios estipulados por la ley, y en cumplimiento de la palabra profética.
Elías (y Eliseo) hicieron dos clases de milagros: por un lado, milagros de provisión, de controlar la naturaleza, de sanidad, de resurrección, milagros para extranjeros; por otro, milagros de juicio, que a veces nosotros no entendemos (por ej., 2 Reyes 1:10). Jesús cumplirá todo lo que representaba Elías, la parte del juicio cuando vuelva la segunda vez. La gente hizo la asociación, y, por lo tanto, debía de haber creído en él.
Cuando Jesús moría en la cruz y clamó: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, la gente mal entendió lo que dijo porque “Elí” suena a “Elías” en arameo. Ellos pensaban que clamaba pidiendo que Elías viniese en cumplimiento de la profecía de Malaquías: “He aquí, yo os envío Elías antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Mal. 4:5). Pensaban, ¡si viene, Jesús tiene que ser el Mesías! ¡Y después de la venida de Elías, viene el gran día de juicio! ¡Ahora! ¡Estaban aterrorizados! Pues, nosotros sabemos que todo se cumplió: vino Juan el Bautista como Elías, y vino el Mesías. Aún queda la profecía del “día de Jehová, grande y terrible”.