“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, y nacido bajo la ley, para que redimiese a todos que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gal. 4:4, 5).
Llegó el día determinado por Dios y Jesús nació. Todas las cosas maravillosas que nosotros creemos ocurrieron en un día dado. La nuestra es una fe histórica basada en hechos reales que ocurrieron en el tiempo y el espacio, presenciados por muchos testigos humanos. Estos hechos tienen hora y fecha. No tenemos una fe basada en ideas abstractas, inventadas, o en filosofías de hombres, sino en ocurrencias históricas; el evangelio es historia verificada. Esto es cierto del nacimiento de Jesús, de su muerte, su resurrección, su ascensión, y será cierto de su retorno. Ocurrirá un día que amanece como todos los días en este planeta, a la hora estipulada en el calendario de Dios:
¡Jesús volverá! ¡Qué día aquello! Marcará el día final de todos los días especiales que este mundo ha visto y el comienzo de la eternidad.
Un día que cielo sus glorias cantaba,
Un día que el mal imperaba más cruel;
Jesús descendió, y al nacer de una virgen,
Nos dio por su vida un ejemplo tan fiel.
Coro: Vivo, me amaba; muerto, salvóme;
Y en el sepulcro mi mal enterró;
Resucitado, él es mi justicia;
Un día él viene, pues lo prometió.
Un día lleváronle al monte Calvario,
Un día enclaváronle sobre una cruz;
Sufriendo dolores y pena de muerte,
Expiando el pecado, salvóme Jesús.
Un día dejaron su cuerpo en el huerto,
Tres días en paz reposó de dolor.
Velaban los ángeles sobre el sepulcro
De mi única, eterna esperanza, el Señor.
Un día la tumba ocultarle no pudo,
Un día el ángel la piedra quitó;
Habiendo Jesús a la muerte vencido,
A estar con su Padre en su trono, ascendió.
Un día otra vez viene con voz de arcángel,
Un día en su gloria el Señor brillará;
¡Oh día admirable en que unido su pueblo
Loores a Cristo por siempre dará!
Wilbur Chapman, 1909