CONSECUENCIAS POLÍTICAS 

“Entonces los profetas Hageo y Zacarás profetizaron a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel, quien estaba con ellos. En ese tiempo se levantaron Zorobabel y Jesúa y comenzaron a reedificar la Casa de Dios, pero al mismo tiempo se presentaron ante ellos Tatnai, gobernador del Mas Allá del Río, y Setar-boznai y sus compañeros, para decirles: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta Casa, y terminar estos muros?” (Esdras 5:1-3).
Los judíos han cobrado ánimo de la Palabra de Dios, saben que Él está con ellos, y que les manda resumir la obra en el Templo. Obedecen, y acto seguido vienen las autoridades del gobierno preguntando con qué autoridad están trabajando en esta empresa. Uno esperaría, si Dios está con nosotros y estamos haciendo su voluntad, que las cosas fuesen sin obstáculos, pero no siempre es así. Puede haber mucha oposición. No debemos olvidar que estamos en una guerra. Si no hacemos nada, igual el enemigo está quieto, pero si empezamos a servir a Dios, el enemigo se manifiesta. Las autoridades les intimidaron: “También les preguntaron así: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que reedifican este edificio?” Dios permitió que pudiesen seguir trabajando mientras mandaban a Babilonia para investigar el asunto: “Pero la mirada de Dios estaba sobre los ancianos judíos y no los obligaron a interrumpir el trabajo hasta que el asunto fuera a Darío y éste diera instrucciones por carta” (v. 5). Estos son los siete ojos de Dios que velan por el bien de su obra (Zac. 4:10).
En nuestro texto sigue el documento oficial dirigido a Darío diciendo: “La obra se hace con prisa y prospera en sus manos”. Cuando preguntaron quién les había dado orden para edificar esta Casa, los judíos respondieron: “Nosotros somos siervos del Dios de los cielos y de la tierra, y reedificamos la Casa que fue construido hace mucho años la cual empezó y terminó un gran rey de Israel. Pero por cuanto nuestros antepasados provocaron al Dios de los cielos, Él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, quien destruyó esta casa e hizo deportar al pueblo a Babilonia. Pero en el primer año de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta Casa fuese reconstruida” (v. 11-13). Piden que se hagan una verificación de estos datos en los archivos del rey. Notemos que en el informe los judíos omitieron la información acerca de la orden dada por Ciro a que dejasen de trabajar en la obra.
Es como si la Gestapo viniese a tu puerta preguntando si un creyente perseguido está escondido en tu casa. Puedes contestar que no, pero que está escondido en la casa de al lado, o puedes contestar que no, sin dar más explicación. Cada uno tiene que responder según su consciencia. Los judíos no facilitaron la información en su contra. Lo que contestaron fue verdad. Darío hizo la investigación en la casa de los archivos en Babilonia y sus ministros encontraron precisamente el rollo donde estaba escrito: “En el primer año del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la Casa de Dios que está en Jerusalén: Que la Casa sea reedificada…” (6:3). ¡No dieron con el decreto de hacer cesar la obra! ¡Dios estaba velando por su obra! De un plumazo desapareció toda oposición oficial. ¡Gracias a Dios!