¡ÉL PUEDE!

“Él puede humillar a los que andan con soberbia” (Daniel 4:37).

¡Dios puede! Si pudo humillar al más orgulloso del mundo, ¡puede con los de tu casa! Puede ser que estés viviendo una situación límite. Estás al borde del precipicio. No hay ninguna solución humana. Estás a punto de perder toda esperanza. Párate, tranquilízate, y recibe esta palabra de parte del Señor: “Él puede humillar a los que andan con soberbia”. Para recibir la ayuda de Dios uno tiene que humillarse, porque “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios” (1 Pedro 5:5, 6). ¿Y si esta persona no quiere?

¿Dónde está el problema con la persona que no necesita a Dios para nada? Con su orgullo. ¿Qué necesita para ser salvo? Humillarse delante de Dios e implorar su perdón. Y ¿qué pasa si no quiere humillarse? ¿Entonces ya no hay esperanza? Sí que la hay, porque ¡Dios puede humillarle para que clame a Él! Aun si la persona no tiene la más mínima intención de hacerlo, ¡Dios todavía puede! ¡Puede hacer lo imposible! Tú creías que esta persona nunca iba a humillarse delante de Dios para buscar Su ayuda. No quiere. Se rebela. Se afinca en su obstinación. Resiste la obra de Dios. No importa, tú sigue orando y ponte a alabar al Señor, porque Él puede. Dios puede humillar a la persona que sea para que busque su ayuda y sea salva. ¡Hay esperanza para la persona más difícil! Pon tu fe en su promesa: “Él puede humillar a los que andan con soberbia”. Créelo, y ponte a cantar:

El puede, el puede, Yo sé que Él puede
Yo sé que todo puede mi Jesús.

Salvó a desalentados,
Cautivos Él libró,
También sanó a los ciegos,
A los muertos levantó.

Yo sé que Él puede, Él puede,
Yo sé que Él puede,
Yo sé que todo puede mi Jesús.

Dios tardó siete años con Nabucodonosor. No importa. ¿Qué es esto a la luz de la eternidad? “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (Hab. 2:3). A veces tarda, y a veces no. El Señor sabe cuándo tiene que darse prisa. ¡Cuando Pedro se hundió en el mar, no esperó en rescatarle!

“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Ef. 3:20, 21). ¡Y amén!

Pon tu confianza en Dios, ¡y canta!