“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María!” (Juan 20:15, 16).
Lectura: Juan 20:13-16.
¿Alguna vez has perdido a Jesús? Es como perder tu identidad, porque está escondida en Él. Si no sabes dónde está Él, no te encuentras a ti misma tampoco, porque somos quienes somos en relación con Él. ¿Quién eres? Soy aquella a la que Jesús ama. ¿Has llegado hasta allí, o te cuesta asimilarlo? ¿Rechazas esta definición de ti misma, porque no lo mereces? ¿O no has comprendido aún la profundidad de la gracia de Dios? ¿Te sientes demasiado indigna de llamarte: “La que Jesús ama”?
Juan llegó allí estando en Patmos. Antes era “Boanerges”, hijo del trueno: explosivo, violento (Marcos 3:17). Pero por la obra del Espíritu Santo llego a ser: “el discípulo a quien Jesús ama” (Juan 20:2). Esta fue su definición de sí mismo, como él se veía por los ojos de Jesús. Esto es el ápice de la humildad.
Pero me estoy adelantando. María estaba pérdida, porque no podía encontrar a Jesús. Jesús es el que le había dado vida cuando ella había perdido su identidad, poseída por siete demonios. Ahora no podía vivir sin Él. Sin Él, ella no era nadie.
Lo encontró cuando Él la llamó por nombre: “Miriam”, el nombre con el cual se dirigía a ella cuando hablaba con ella en su idioma, el idioma en que ellos se comunicaban. Él la llamó por su nombre; llegó a ella por medio de identificarla. ¿Quién eres? ¿Cuál es el nombre que usa Jesús para ti? ¿Qué nombre te ha dado? ¿Cuál es el nombre con el cual te llama cuando se dirige a ti? Cuando lo oyes, cobras vida.
Jesús le dijo, “Miriam” y con esto María volvió a la vida, porque lo encontró a Él, y también a sí misma; ¡ahora los dos estaban vivos! Y ella respondió con el nombre que usaba para él, “¡Raboni!”, (que quiere decir Maestro). “Miriam! ¡Raboni!”.
¿Has encontrado a Jesús realmente, o solamente a la iglesia evangélica, o doctrinas ortodoxas? Cuando lo encuentres, vivirás, serás tú, en relación con Él. El que nos dice quiénes somos es Jesús. Vivimos porque estamos en relación con Él.
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