LA RESTAURACIÓN

“Restaura mi vida” (Salmo 23:3, margen).
 
Lectura: Romanos 6:1-6.
 
            Se cuenta la historia de un niño que se hizo un barco de juguete y lo puso a navegar en el río de su pueblo. La corriente se lo llevó y se perdió. Algún tiempo más tarde lo encontró en una tienda de segunda mano, estropeado. Lo compró, y le dijo: “Ahora eres dos veces mío, te hice y te compré”, y se puso a trabajar para restaurarlo. Al final estaba mucho más bonito que al principio. Esta es nuestra historia. Dios nos creó, nos perdimos, Él nos redimió a alto precio, y ahora está restaurándonos, y, al final, ¡seremos mucho mejores que al principio!
 
            Cuando Dios nos compró, estábamos muy dañados. Todos somos obras de arte muy dañadas. Hemos sufrido golpes durísimos, algunos por nuestra culpa, otros por culpa de otros. El pecado ha hecho estragos en nuestra vida. Dios ahora está haciendo las reparaciones. Cuando restauras un mueble estropeado, lo devuelves a su belleza original, pero en el caso de Dios es diferente. Dios es un artesano tal que compra un cuadro desmejorado y ¡su obra de arte lo deja mejor que el original!
 
            Vamos a mirar al ejemplo de María Magdalena. Se supone que empezó la vida como una niña normal, pero que su pecado abrió la puerta para que le entrasen siete demonios. Su vida estaba destrozada cuando Jesús la encontró. El Señor le sacó fuera los demonios y restauró su dignidad humana. Gracias a su pecado, y lo digo a propósito, entró esta Persona maravillosa en su vida y llegó a conocer la misericordia, compasión y amor de Dios, y se convirtió en una de sus seguidoras más fieles. Formaba parte de la compañía que lo acompañaba en sus viajes y predicaciones. Lo siguió por la Vía Dolorosa, estuvo presente al pie de la Cruz y fue la primera en verlo después de la resurrección. La restauración de Jesús la convirtió en una mujer de una profunda y bellísima espiritualidad. ¿Qué? ¿Pecamos para que la gracia abunde? No, pero abunda tanta gracia cuando hemos pecado que la obra de restauración es una verdadera obra de arte. Debido a los daños que hemos sufrido, ganamos una percepción de Dios imposible de obtener de otra manera.
 
Dios puede hace una obra similar de restauración en ti, para que llegues a ser mucho mejor que si nunca hubieses pecado o que nunca te hubiesen hecho daño. ¡Ganas tanto en la restauración que eres mejor que antes! ¿Crees esto?  Pero esto no es todo. Solo es la primera fase. Dios nos va restaurando en esta vida y, en la otra, la obra de restauración estará completa. En el cielo seremos mejores que Adán y Eva en el Edén, ¡muchísimo mejores!, porque conoceremos el amor de Dios que inspiró el Calvario, estaremos siempre con el Señor, y veremos las marcas de su padecimiento y sabremos de un amor que Adán y Eva no conocieron. Ocuparemos un lugar en el Reino de Dios como redimidos y glorificados, a su lado, compartiendo su trono, que nunca habría sido posible si no hubiese sido por el pecado. Selah.
           

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