“Entonces Jesús les dijo claramente; Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí para que creáis” (Juan 11:15).
Lectura: Juan 11:14-16.
El Señor Jesús está diciendo: “Me alegro de que esto haya pasado, porque Dios lo va a usar para incrementar vuestra fe”. ¡No compartimos la alegría de Cristo! Pensamos que lo que ha pasado es una verdadera tragedia y que debido a ello las cosas irán de mal en peor. Así era la actitud de los discípulos. “Sí”, dice Tomás, “vamos allí para que muramos con él”. Betania estaba a una hora de Jerusalén donde estaban los que procuraban la muerte de Jesús. Ir allí era todo un riesgo. Tomás está previendo tragedia sobre tragedia.
Hoy me he enterado de dos accidentes graves. ¿Por qué lo ha permitido el Señor? ¿Estas familias necesitaban aprender muchas cosas? ¿Dios quería probar su fe? Lo que sale en esta enseñanza de Jesús es que lo de Lázaro era para que los discípulos de Jesús creyeran más en Él. No dice que era para aumentar la fe de María y Marta, aunque seguramente lo hizo, tampoco dice que era para enseñar cosas a Lázaro, sino para tocar unas vidas que estaban en la otra punta del país. O sea, lo que me pasa a mí puede ser para que Dios haga su obra en otras personas que no tienen nada que ver con mi familia, ni conmigo. ¡Aquí nos maravillamos! Estamos tan centradas en nosotras mismas que pensamos que lo que nos pasa tiene que responder a algo en nosotras, una deficiencia o una necesidad, pero el Señor está diciendo que aprovecha lo nuestro para tocar vidas lejanas, que no tenemos ni idea de todo lo que Dios pretende hacer en otras vidas por medio de nuestro sufrimiento. ¡Puede ser que ni siquiera haya ocurrido para nada nuestro! Los caminos del Señor son insondables. “¿Quién ha conocido la mente del Señor?” (1 Corintios 2:16).
La única respuesta posible frente a la tragedia personal es: “Señor, te adoro porque tú eres Dios. Tú sabes lo que haces, y todos tus caminos son perfectos. Amén”.
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