“LA MUJER” Y JUDAS

“Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero” (Marcos 14:4-5 y10-11).
 
Lectura: Marcos 14:4-11.
 
La proximidad de estas dos historias en el Evangelio de Marcos, la de la mujer que unge los pies de Jesús y la del plan de traición de Judas, nos invita a compararlas.
 
¡Qué contraste entre los dos personajes! La mujer se desprendía de todo cuanto tenía de valor mientras que Judas codiciaba para sí mismo el dinero que ella gastó en Jesús. ¡En lugar de gastar dinero en Él, lo vendió por dinero! Judas valoraba su vida en 30 piezas de plata, la mujer no escatimaba lo más valioso que tenía. El perfume valía 300 denarios, el suelo de un año. Ella valoraba al Señor, mientras que Judas lo despreciaba.
 
Éste era el verdadero despilfarrador: malgastó la oportunidad de salvación, malgastó su vida, y pensó malgastar la de Jesús. La mujer estaba en el suelo a los pies de Jesús, gastándose para Él; Judas confabuló con sus enemigos para venderlo. Puede ser que, en este momento, cuando discutía con la mujer sobre el dinero, entrase en su corazón la idea de vender al Señor. Ella lo amaba y lo adoraba. Para ella todo era poco. Para Judas, lo importante era sacar de Jesús el provecho económico que pudiese. Judas era el que tenía que haber sido leal a Jesús, pretendía ser su amigo y lo traicionó. La mujer no pretendía ser nada, una pobre pecadora agradecida, nada más, ni siquiera una amiga especial. Judas le traicionó con un beso, ella besaba sus pies.
 
En la cena, Jesús le ofreció a Judas un bocado de pan mojado en salsa, un gesto entrañable de amistad; en el Huerto de Getsemaní Jesús lo saludó con la palabra “amigo”, porque le había querido de verdad. El salmista profetiza este momento diciendo: “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar” (Sal. 41:9). Jesús dijo de la mujer que ella había preparado su cuerpo para la sepultura; Judas lo precipitó a la tumba.
 
Donde quiera que el Evangelio es predicado, se mencionan a los dos, al uno por estafador y traidor, a la otra por devota, adoradora fiel, verdadera amiga de Jesús.
 

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