SKETCH: “Las apariencias Engañan.
Dos mujeres están en la calle hablando entre sí en voz tan baja que ni se oía cuando pasa una mujer en minifalda, muy sexy, muy pintada y vestida para matar. Pasa delante de ellas, y se sienta en un banco de la calle, a un lado.
1ª Mujer: “¡Mira a ésta!
2ª Mujer: “Parece un anuncio para la cama”.
1ª Mujer: “¡Sí, compra este colchón y te regalamos una noche con ésta!”.
2ª Mujer: “Con mujeres como ésta por las calles tenemos que atar a nuestros maridos a la pata de la mesa!”.
1ª Mujer: “Deben multarla por parar el tráfico”.
2ª Mujer: “¡Qué bueno! O por hacer ruido. ¡Es una sirena!”. Estas dos mujeres se retiran.
Viene otra mujer vestida de forma parecida a la primera, muy llamativa. Ve a la primera sentada en el banco y se le acerca de prisa. “¡¡¡Hola, Dalila!!!! (Con voz de sorpresa). ¿Qué haces tú aquí?”
Dalila: “Vengo de llevar a mis hijos al colegio. Mi marido normalmente lo hace, pero está resfriado. Le dije que lo haría yo para que descansase. ¿Y tú?”.
Rosi: “Acabo de dar sangre a la Cruz Roja. ¿Tienes tiempo para tomar un café?”
Dalila: “No puedo. Tengo que ayudar a una vecina mayor. No tiene familia. Le hago la compra”.
Las dos mujeres se quedan sentadas en el banco hablando cuando entran por el otro lado de la sala dos mujeres evangelizando por la calle. Están repartiendo invitaciones para un programa en la iglesia.
Entra una mujer vestida normal.
La mujer que evangeliza se dirige a ella: “Hola, buenos días. Estamos invitando a la gente del barrio a un programa especial en nuestra iglesia”. (Extiende la mano para darle una invitación).
La mujer dice: “No me interesa!, y se va.
Los dos evangelistas se miran.
Viene otra mujer muy bien vestida. Parece ser una persona profesional.
La mujer evangelista: “Hola, buenos días. Estamos invitando a la gente del barrio a un programa especial en nuestra iglesia”. (Extiende la mano para darle una invitación).
La otra mujer coge la invitación, la mira, la estruja, la echa a suelo y sigue caminando.
Viene una joven vestida normal.
La evangelista: “Hola. Estamos invitando a la gente de este barrio a un programa especial en nuestra iglesia”. (Extiende la mano para darle una invitación).
La joven: ¿De qué es?
Evangelista: “Del amor de Dios”.
Joven. “No creo en Dios. ¿Cómo puedo creer en Dios con todo lo que está pasando en el mundo? Si existiera, no permitiría tanta injusticia”.
Evangelista: “Puedo contestar tu pregunta. ¿Nos sentamos un momento en este banco?”
Joven: “No. No tengo tiempo. Hasta luego”. Y se va.
Las evangelistas caminan un poco y llegan al banco donde están sentadas Dalila y Rosi hablando entre sí.
Evangelista: “Hola, mujeres. Perdonad. Estamos invitando a la gente del barrio a un programa especial en nuestra iglesia”. (Extiende la mano para darles una invitación. Las dos las aceptan. La miran).
Dalila: “De qué es el programa?”
Evangelista: “Es del amor de Dios”.
Dalila: “¿De verdad? Esta mañana estaba pensando en Dios. Me preguntaba si existe. ¿Dónde está? Desde que era pequeña, cuando mis padres murieron, me he preguntado muchas veces estas cosas, pero nadie nunca me ha hablado de Dios. No creo que se interesaría por una mujer con mi pasado. Mira a Rosi. Rosi agacha la cabeza. La evangelista mira a las dos mujeres con aceptación. Dice: “Lee este librito y verás”. (Le da un Evangelio de Juan y otro para la amiga).
Dalila coge el Evangelio y lo mira. “¿Qué es esto?”.
Evangelista: “Es un Evangelio de la Biblia. Es de Jesús. Te va a gustar. ¿Nos veremos esta tarde en la iglesia? La dirección está en esta hojita”.
Las dos mujeres se miran. Dalila: “¿Quieres decir que podemos ir nosotras?”. Nunca hemos estado en una iglesia, ninguna de las dos”.
Evangelista: Les da una sonrisa. “Sí. Podéis ir. Estaré en la puerta esperándoos”.
Todas se van.
Ya es la tarde. Entran en el escenario Dalila y Rosi. Dalila dice: “Qué rápido ha pasado este día”. Rosi tiene la invitación en la mano. “A ver si encontramos esta iglesia”. Rosi mira el papel: “Pone número 265. Tiene que ser esta la iglesia. ¡Cuánta gente! Aquí están las mujeres que nos dieron el librito. He pasado la tarde leyéndolo”.
Dalila: “¡Yo también! Tengo la sensación de que esta noche va a ser muy importante.”
Las dos evangelistas están en la puerta y salen a recibirlas, muy contentas. Dalila: “Ya estamos aquí”. Desde la entrada se oye la música del piano tocando “Tal como soy”. (Se pone una grabación por el sistema de sonido de la iglesia del coro cantando las primeras dos estrofas de “Tal como soy” mientras las mujeres entran, muy expectantes).
Anunciadora: “Jesús dijo: “Todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mat. 7:8).
El fin.
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