“Al que venciere” (Apocalipsis 2:7).
Lectura: Apoc. 2:7; 2:11; 2:17; 2:26; 3:5; 3:12; 3:21.
¿Sobre qué cosas tenían que ser victoriosas estas iglesias para ser luz en su día?
La iglesia de Pérgamo.
Esta iglesia enfrentaba persecución, fuerte oposición satánica, y la tentación de negar la fe participando en cultos idolátricos donde se practicaban orgías: “a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”, es decir, tener sexo con sacerdotisas como parte del culto pagano. También tenían la tentación a seguir la ideología de los nicolaítas. Algunos de sus miembros habían sucumbido. Los nicolaítas enseñaron que, para ser unos eruditos en el arte de la sensualidad, uno debe conocer toda la gama de la sensualidad por la propia experiencia; Y que, por lo tanto, deben desenfrenarse sin reservas a las lujurias del cuerpo, ya que estas prácticas sólo concernían al cuerpo y no tocaban el espíritu. El Señor le dice a esta iglesia: “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. El Señor les promete comida para el alma y una nueva identidad.
La iglesia de Tiatira.
Esta iglesia había caído en la tentación de tolerar a una profetisa falsa que enseñaba y seducía a los creyentes “a fornicar y a comer cosas sacrificados a los ídolos”. Estas cosas eran corrientes en las religiones paganas y esta mujer pretendía introducirlas en la iglesia bajo el nombre del cristianismo. La tentación de la iglesia siempre ha sido la de adaptarse a las cosas atractivas de la sociedad, a sus filosofías y a su inmoralidad. De esta profetisa el Señor dice: “He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, y no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos (concebidos de fornicación con ella) heriré de muerte”. El Señor promete a los que no caen en esta tentación: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones… y le daré la estrella de la mañana”, es decir, los usará como gobernantes en su reino y se les dará a Sí mismo; Cristo será su posesión personal.
La iglesia de Sardis.
Esta iglesia ya había perdido su luz: “Tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir”. Ella ya ha dejado la fe, no obstante, el Señor la insta a volver: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete”. Pero había creyentes en esta iglesia que no se habían apartado de la fe. De ellos el Señor dice: “andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos”. Ellos son los vencedores, los que han permanecido fieles al Señor a pesar de la apostasía de su iglesia. De estas personas el Señor Jesús dice: “No borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”. Los reconocerá como suyos delante del cielo entero.
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