EL TEMPLO (2)

 

“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5).
 
Lectura: 1 Pedro 2:4-8.
 
            El apóstol Pedro nos ha hablado del gran Templo que Dios está terminando de construir en nuestros tiempos, compuesto por todos los creyentes de todos los tiempos y de todos los países del mundo. El apóstol comprendió que el Templo de Jerusalén solo fue un pálido reflejo del Templo que Jesús está construyendo. Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mat. 16:18), y lo está consiguiendo a pesar de guerras, persecución, herejías y pocos obreros. Dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mat. 16:18). La Roca es Cristo, la roca es la confesión de Pedro de quién es Jesús: “el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mat.16:16), y la roca también es Pedro en el sentido de que él es una piedra viva en el Tempo de Dios, parte del fundamento sobre el cual se edifica el Templo (Ef. 2:20-22).
 
            El profeta Zacarías habló de este Templo: “¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura: él sacará la primera piedra con aclamaciones de Gracia, gracia a ella. Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros” (Zac. 4:7-9). En esta profecía el gran monte es la tarea enorme de evangelizar al mundo, la primera piedra es la del ángulo, el Señor Jesús, y la piedra principal lo es también. Él es el Primero y el Último, el Alfa y la Omega, el principio y el fin (Apoc. 22:13). La Casa en cuestión es el Templo donde Dios habitará con su pueblo y será alabado eternamente.
 
            El profeta Ezequiel también habló de este Templo (Ez. 40-46). Nunca fue construido físicamente el templo que él profetizó, porque es un templo espiritual. Todas las dimensiones hablan de perfección, de belleza, de equilibrio, armonía, simetría, unidad, orden, y de la creación de un Artesano, una obra de arte. Simboliza el Templo de 1 Pedro 2, el que Jesús está construyendo, compuesto por toda la gente que forma la Iglesia, el cuerpo de Cristo, de todos los tiempos, naciones, tribus, lenguas y pueblos.
 
            El apóstol Juan también habla de este Templo en su dimensión eterna: la Iglesia de Cristo compuesta por todos los salvos reunidos en perfecta armonía y unidad, ya visible en su Reino eterno, porque lo que se verá no será un edificio, sino los redimidos para siempre con el Señor, organizados en perfecta simetría y orden en su Reino, cada uno en su lugar y en su ministerio, todos honrando y glorificando a Dios en armoniosa alabanza por la gran salvación que Dios ha obrado en Cristo: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (Apoc. 21:22). Todos estaremos unidos en Él. Dios morará entre su pueblo y será su Dios eternamente (Apoc. 21:7). La Biblia habla de un Templo, una cuidad, un Reino, y un pueblo, y todos son aspectos de la misma realidad de perfección y unidad, todos juntos con nuestro Gran Dios y Salvador eternamente. Este es el cumplimiento de toda profecía.    

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