LA SANGRE (2)

    

“Fuisteis rescatados con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18, 19).
 
            Jesús es el Cordero de Dios sacrificado como ofrenda por nuestro pecado y nuestra culpa, para que podamos tener comunión con Dios y para consagrarnos a Dios (Lev. 1-7): “Estas son las instrucciones para la ofrenda quemada, la ofrenda de grano, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa, así como la ofrenda de ordenación y la ofrenda de paz” (Lev. 7:37), todas ricas en simbolismo.
 
Su sangre es la sangre del pacto: Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: “He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros” (Ex. 24:8). “Después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lu. 22:20). “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo… por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena” (Heb. 13:20, 21).
 
Su sangre nos salva del juicio“Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Ex. 12:13). La pascua simboliza salvación del juicio de Dios por la sangre del Cordero.
 
Su sangre nos justifica“Estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Rom. 5:9). Obra nuestra paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1). Nos deja como si nunca hubiésemos pecado
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Su sangre expía (purga, paga, repara) nuestro pecado: Lev. 16. “Hará Aarón expiación una vez al año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación” (Ex. 30:10). “A quien Dios puso como propiciación (manera de conseguir el favor de Dios) por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Rom. 3:25, 26).
 
Su sangre nos limpia: “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Heb. 9:22). “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:7, 9). “Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Ap. 1:5).
 
Su sangre nos redime (compra nuestra libertad): “Nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Ef. 1: 6, 7 y Col. 1:14).
 
Su sangre nos acerca a Dios“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Ef. 2:13).
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