“HACED ESTO EN MEMORIA DE MÍ”

    

“El Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:23, 24).
 
Lectura: 1 Cor. 11:25, 26.
 
            En otros lugares he escrito extensivamente acerca de la Mesa del Señor. Lo que vamos a tratar ahora es lo que no significa este memorial. No significa que necesitamos una ceremonia para recordar a Jesús. Sería más fácil olvidar de respirar u olvidar que estamos vivos. ¿Cómo vamos a olvidar a Aquel que es nuestra vida y nuestro motivo de respirar? Él es una parte nuestra tan esencial que tendríamos que perder nuestra mente para no estar pensando en Él constantemente. ¿Necesitamos una foto para recordar a nuestra madre? Si no volvemos a su tumba, ¿vamos a olvidarla? Claro que no. Es absurdo hablar de esta manera. ¿Qué es lo que Jesús quería? ¿Qué comamos del pan y bebemos de la copa para recordarle? Alguien entra en la iglesia, y después de participar de la Santa Cena dice: “Menos mal que hemos celebrado la Santa Cena; ¡estaba a punto de olvidar a Jesús!”. Ridículo. Si has perdido a un miembro de tu familia, ¿necesitas entrar en su habitación para refrescar tu memoria de él? ¿Estaba Jesús estableciendo un rito que hemos de cumplir para tener la satisfacción de haberlo cumplido? Tampoco. Si no lo amamos de todo corazón, ninguna ceremonia nos va a ayudar. No vamos a olvidar a Jesús, ni que ha muerto, ni que va a volver. Ni necesitamos repasar los detalles morbosos de su sufrimiento. Todo esto lo tenemos muy presente.
 
Pero sí que es posible que no hemos entendido bien que esta celebración marca la división entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Jesús dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (11:25). Era muy importante hacer constar el paso del antiguo pacto al nuevo. Estableció una ceremonia para que quedase claro este cambio tan importante: el viejo pacto ha caducado. Hemos entrado en una nueva dispensación. Ahora no estamos bajo el viejo pacto del sistema levítico y del tabernáculo/templo. Con este cambio queda patente que uno no se salva por cumplir la Lay, como pensaban los fariseos y maestros de la Ley. En realidad, el Antiguo Testamento o Pacto nunca enseñaba que la salvación se consiguiese por cumplir la Ley; siempre ha sido por fe (Hab. 2:4; Heb. 11:39). Jesús está diciendo que su muerte iba a marcar la transición entre el Antiguo Pacto, que profetizaba la venida de un Mesías, y el Nuevo Pacto, que anuncia que el Mesías ha venido y que nos ha reconciliado con Dios por su sangre. La transición es entre el perdón de pecados por medio del sacrificio de animales y el perdón de pecados definitivo por medio del sacrificio de Jesús. La ceremonia marca esta diferencia tan importante. Tenemos muchos motivos para celebrar. Jesús ha cumplido la Ley para nosotros por su vida perfecta de obediencia a sus demandas y nos ha otorgado su justicia. Ha cumplido el sistema levítico de sacrificios, siendo Él mismo el último y definitivo sacrificio y nos ha dado la salvación eterna en su sangre. Ha resucitado y nos ha dado una nueva vida en el Espíritu Santo. Y ha ascendido al Cielo y volverá a por nosotros para llevarnos a su Reino. “Recordamos” a Jesús en el sentido de recordar todo lo que Él ha conseguido para nosotros. Y lo celebramos de corazón.  

 

Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.