“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento” (Juan 9:1).
Lectura: Juan 9:1-3.
Las circunstancias de nuestro nacimiento caen dentro de la soberanía de Dios. Algunos nacen con un defecto físico, otros en la extrema pobreza, otros en medio de una guerra, otros de padres alcohólicos o en la droga, o nacen después de la muerte del padre, o con enfermedades, o con padres crueles; sean lo que fuesen las circunstancias negativas de nuestro nacimiento, Dios ha tenido un propósito en permitirlas. Jesús explica este propósito aquí: ha sido “para que las obras de Dios se manifiesten en él” (9:3). Dios quiere obrar algo que lo glorifique en ti precisamente porque tú naciste en tus circunstancias particulares. La ceguera de este hombre le dio a Jesús la oportunidad de hacer un milagro. Dios fue glorificado en él cuando Jesús lo sanó. Manifestó al mundo entero que Jesús es el Creador. Jesús le hizo nuevos ojos del barro tal como hizo a Adán del barro (Gen. 2:7). Las mismas manos que formaron a Adán del polvo de la tierra hicieron nuevos ojos de la tierra para este hombre: “Jesús “escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego”. El hombre “se lavó, y regresó viendo” (9:6, 7).
Además de glorificarse a sí mismo, Dios también quiere hacer algo hermoso en ti debido a tus circunstancias particulares. ¡Fue debido a su ceguera que este hombre encontró la salvación! Jesús se fijó en él, tuvo compasión de él, y se reveló a él. El hombre respondió y puso su fe en él. Después fue reinsertado en la sociedad, pudo ser productivo y quizás formara parte de la iglesia primitiva después de Pentecostés. Tendría una familia nueva que lo amase y valorase. Empezó una nueva vida en Jesús.
Hay muchas clases de sanidad, las hay físicas, emocionales, espirituales, sociales, relacionales, mentales, e intelectuales. Las circunstancias de tu nacimiento proveen la oportunidad para que Dios trabaje en tu interior obrando la sanidad que tú en concreto necesitas debido a tus orígenes.
Los discípulos preguntaron a Jesús si la ceguera de este hombre fue debida a su pecado o al pecado de sus padres: “Y le preguntaron sus discípulos diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” (9:2). Los fariseos lo tenían claro. Dijeron al hombre: “Tú naciste del todo en pecado” (9:34). Lo quisieron hacer culpable por su defecto de nacimiento. Ellos son como el diablo, quien te quiere hacer sentir culpable, inferior y despreciable, por las circunstancias de tu nacimiento. Esto es mentira. No es tu culpa. Debes rechazar esta acusación y creer la verdad de que tus circunstancias son una oportunidad para que Dios obre en ti de tal forma que se glorifique a sí mismo y te haga mucho bien. El mayor bien es si tú llegas a conocer al Señor a causa de tu “desgracia”, o si, conociéndolo, experimentas la sanidad de tus complejos, o de las secuelas de tu condición, y ves cómo el Señor la usa para bendecir a muchos, y, finalmente, cuánto te ama a ti, desde siempre.
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