AGENTES ESPECIALES

    

“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (1 Tes. 5:11).
 
Lectura: Heb. 10:24, 25; Gal. 6:2; Hechos 15:32; Rom. 15:2; Prov. 12:25.
 
            El Señor tiene sus agentes especiales que Él manda a situaciones concretas que requieren una acción inmediata. Son personas que Él ha ido preparando durante muchas décadas por medio de pruebas. Son aptas por sus estudios de la Palabra, su amor por el Señor, su discernimiento y su sensibilidad a su voz. Cada una de estas características requiere preparación intensa. Los cursillos de Dios no son fáciles. Saber qué decir a una persona cuando está pasando por una prueba no es fácil de aprender. Si alguien les cuenta un problema, la mayoría de las personas responden hablando de sí mismas y sus problemas o de cosas semejantes que han pasado. Esto no ayuda mucho al que sufre, sobre todo, si el otro dice que su sufrimiento ha sido mucho más fuerte.
 
            Los agentes de Dios han aprendido en la escuela del dolor. Han encontrado alivio por medio de ciertos textos bíblicos que saben presentar y aplicar en el momento propicio, conocen qué promesas de la Palabra pueden animar según a qué persona, saben animar, saben escuchar y comprender. Son personas de fe. En medio de sus pruebas su amor por el Señor ha crecido, porque han recibido su ayuda. Dios les ha atendido. Por lo tanto, saben hablar de Dios de tal forma que edifican y animan a la otra persona. Conocen al Señor de tal forma que transmiten su presencia a la persona afligida. Caminan con el Señor. Lo tienen muy cerca, porque andan con Él. Otra cosa que han aprendido es a reconocer la voz de Dios. Saben cuándo Él les está diciendo que llamen a cierta persona. Saben lo que tienen que decir. Muchas veces Dios les ha dado un mensaje para la persona que sufre, o un versículo para compartir. Son rápidos para oír la voz de Dios y actuar. Son oportunas; llegan en el momento preciso. Llaman cuando la otra persona está con más necesidad.  
 
            Puede ser que estos agentes estén en medio de una prueba, pero todavía están disponibles para que Dios los use. En su prueba personal han recibido orientación y consolación. No están desesperados y angustiados, sino tranquilos y afincados en Dios. Están esperando en el Señor, en su salida para ellos mismos, y no centrados en lo suyo, sino libres, y Dios los puede mandar a ayudar a una persona cuyo problema es pequeño en comparación, pero no importa, están a la altura.
 
            Estas personas son amigas de Dios, son sus agentes personales. Él puede despacharlas sin noticia previa y ellas están listas. No necesitan mucha preparación, porque su vida con Dios ya las ha preparado. Dios puede contar con ellas cuando sea. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen. A ellos les hace conocer su pacto” (su Palabra). Estos amigos de Dios son su especial tesoro. Es transformador cuando manda a uno de ellos a visitarte. De repente, te encuentras en la luz. Tu sufrimiento ha tomado otra perspectiva y estás consolado y tienes paz.       
 
            Gracias, Padre amado, por estos siervos tuyos. Quiero formar parte de esta élite, de los que Tú puedes despachar para alentar a otros. Entréname, Señor. Amén.  

 

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