LAS RIQUEZAS INCIERTAS (2)

 

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).

Lectura: 1 Tim. 6:6-10.

            Ser rico no es pecado. Te abre a muchas tentaciones, eso sí, pero si el rico es capaz de resistir la tentación y usar una fuerte autodisciplina para no caer en la codicia y en una vida de placeres, sino emplear su dinero para hacer buenas obras, será una herramienta en manos de Dios para el bien de mucha gente.

            Vamos a ir más despacio para desglosar esta enseñanza apostólica:

  • “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos”. El rico no debe pensar que vale más que el pobre, ni el pobre pensar que es inferior al rico. El rico puede tener mejor educación, un vocabulario más extenso, mejor capacidad para expresarse, una etiqueta más fina, mejor trabajo, una casa más bonita, ropa de moda, un coche carísimo y más cosas materiales, pero ninguna de estas cosas lo hace mejor persona, sobre todo, a los ojos de Dios. “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Dios valora mucho más las cosas de carácter que las cosas materiales.
  • “Ni pongan la esperanza en las riquezas”. Las riquezas no podrían ser más inciertas. En estos momentos estamos observando la ruina de un millonario. Y ocurrió de un día para otro. Las únicas riquezas que están seguras son las eternas, el tesoro que tenemos guardado en el Cielo por las cosas buenas que hemos hecho en obediencia a Dios. Nuestra esperanza está puesta en Dios, no en lo que tenemos en la cuenta bancaria.
  • “Sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. Las riquezas no ofrecen ninguna seguridad, pero Dios da todas las garantías. Si buscamos primero el reino de Dios y su justicia, Dios suple lo que necesitamos. Es cuando buscamos primero nuestra estabilidad económica que corremos el peligro de sorpresas desagradables en el área de las finanzas.

            El Señor, por medio de Pablo, demanda a los ricos “que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (6:18, 19). El rico tiene la responsabilidad de emplear su tiempo y su dinero en hacer buenas obras. Si es dadivoso y generoso, está guardando tesoro en el cielo, en el banco de Dios que paga grandes dividendos. El rico tiene muchas oportunidades de invertir en la obra de Dios alrededor del mundo que siempre necesita finanzas, y emplea su dinero para beneficiar a millones. Lo que el rico más necesita hacer es “echar mano de la vida eterna”, es decir, asegurarse de su salvación, y crecer en santidad por medio de las muchas buenas obras que su dinero le permite hacer.   

  

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