LA RED DE PABLO (3)

“Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa” (Colosenses 4:15).
 
Lectura: Colosenses 4:14-18.
 
            Pablo tiene una red de contactos que están unidos por muchos puntos, por medio del Señor Jesús, por tener el mismo Espíritu, por tener que pagar un precio alto en sufrimiento por ser fieles al Señor, por visitas presenciales, por compartir las cartas de Pablo, y por amistades compartidas: “Os saluda Lucas el médico amado, y Demas” (4:14). Lucas mandó sus saludos por medio de esta carta. Él había estado con Pablo cuando visitó esta iglesia y conoce personalmente a los hermanos.
 
            Pablo pide que la iglesia de Colosas salude a la iglesia de Laodicea de su parte: “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros” (4:16). El apóstol fomenta la comunicación entre iglesias. Esta es muy importante. Cada iglesia es independiente en un sentido, porque se gobierna a sí misma, pero en otro sentido, no lo es, porque están todas bajo la autoridad del apóstol Pablo, igual que hoy día. Cada iglesia cristiana que es una verdadera iglesia de Cristo está bajo la autoridad del Apóstol Pablo, tal como si él estuviese vivo hoy y a punto de hacernos una visita pastoral para ver nuestro buen orden. Pablo está con el Señor, pero sus cartas han sido inspiradas por el Espíritu Santo y forman parte de las Santas Escrituras y son vigentes eternamente. Las mismas cartas que han sido enviadas a estas iglesias son para nosotros también. Compartimos las mismas directrices para la vida cristiana y todas creemos la doctrina paulina, que es la única válida a los ojos de Dios. Todas las iglesias estamos unidas por lazos de amor en Cristo, por la doctrina paulina, por el Espíritu Santo en los creyentes, en oración y por la comunicación personal, igual que en el siglo primero. 
 
            “Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor” (4:17). “…Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa” (Filemón 1:2). Pablo había trabajado con Arquipo, y ya que no estaba con él en persona quiere que este hermano continúe en el ministerio, no que había recibido de la iglesia, ni siguiera de Pablo, sino del Señor. Pablo está reconociendo su validez y animándolo a seguir adelante. Manda a los otros hermanos a darle un empujón. Pablo no sólo forma a los obreros, sino que también supervisa su continuación en el ministerio.
 
            “La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones” (4:18). Esta frase es muy entrañable. Pablo quiere que estén conscientes de cuánto está sufriendo por amor a Cristo, que tomen nota de su ejemplo, que se identifiquen con él, que lo amen y que oren por él. No está solamente en los lugares celestiales, está en la cárcel, en cadenas, y le pesan. La espiritualidad de Pablo es realista y cariñosa. Los necesita en su situación tan difícil, ora por ellos, y quiere la consolación de su amor en medio de sus prisiones: “No olvides mi dolor”. Esto va a por nosotros también, que nos acordemos de los prisioneros por amor a Cristo en el día de hoy. “La gracia sea con vosotros” (4:18), la gracia para seguir adelante en fidelidad al Señor Jesús. Amén. 

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