LA RED DE PABLO (2)

“Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle; y Jesús, llamado Justo; que son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo” (Colosenses 4:10, 11).
 
Lectura: Colosenses 4:12-18.
 
            Es posible que Marcos haya ido con Justo a visitar a los hermanos de la iglesia de Colosas. Los dos son judíos, igual que Pablo. Los demás de su equipo misionero son gentiles. Pablo tiene muchos colaboradores muy amados y fieles entre los gentiles, ¡y creo que hasta él mismo se sorprende cuando piensa en cuánto lo ha cambiado el Señor Jesús! Antes odiaba a los gentiles y mataba a los cristianos, y ahora casi todos sus colaboradores son gentiles y los considera amados hermanos. Marcos le había fallado y Pablo no quería trabajar más con él, pero ha habido una reconciliación, y ahora Pablo manda a la iglesia que lo reciba para que les ministre. Marcos ha madurado y ahora se comporta de manera responsable para que Pablo ya puede contar con él. ¡Cómo Dios cambia a las personas! Pablo habla del nuevo hombre “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (3:11). Él mismo es un ejemplo vivo de lo que enseña.
               
            “Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estés firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (4:12). Parece que los colosenses habían envidado a Eprafrodito (que es otra forma de Epafras) a Pablo para acompañarlo y ayudarlo en sus prisiones y que se había enfermado casi hasta la muerte (Fil. 2:25-30) y que ahora Pablo lo está mandando de nuevo a su iglesia de origen. “Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos…” (Filemón 1:23). Estas prácticas de la iglesia primitiva nos conmueven. ¿Hoy día Cuántas veces hemos oído de personas que se han traslado a otros países para acompañar y servir a creyentes encarcelados por amor a Cristo, enviados por su iglesia local? La iglesia local manda gente al campo misionero, pero pocas veces a las cárceles para estar al lado de creyentes perseguidos. Estos creyentes de antaño amaban a sus hermanos en la fe como a hermanos de verdad; no fue un decir sino una realidad. Ser creyente significaba poner la vida por amor a Cristo y los hermanos.
 
            “Os saluda Lucas el médico amado, y Demas” (4:14). Ser creyente implicaba pagar un precio muy alto, y todos estaban dispuestos a pagarlo. Demas fue uno de ellos. Más adelante leemos de él: “Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” (2 Tim. 4:10). Ha pasado a la historia como un desertor. Han pasado muchos siglos desde que Pablo escribió esto, ¿y dónde habría estado Demas durante todo ese tiempo? ¿La habría valido la pena por un breve disfrute de los placeres de este mundo? Por horrible que sea el encarcelamiento, es solo por un poco de tiempo, y después una recompensa eterna. La vida de Pablo marca una correcta escala de valores. El que vaya por este camino estará eternamente satisfecho con la decisión que ha tomado.     

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