LA GRACIA COMO MAESTRA

 

“… porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11, 12).

Lectura: Tito 2:11-14.

La ley y la gracia.

            En este texto el apóstol está diciendo que la gracia nos enseña cómo debemos vivir: “la gracia… nos enseña… que vivamos…”. No estamos acostumbrados a pensar en la gracia como maestra. ¿No es la Ley nuestro maestro? “La ley fue nuestro maestro para llevarnos a Cristo” (KJV). “La ley ha sido nuestro tutor hasta Cristo” (BTX). Esto es cierto. Pero una vez que somos convertidos, la gracia llega a ser nuestra maestra para enseñar como vivir la vida cristiana.

            La ley y la gracia son muy diferentes. La ley nos enseña lo que no debemos hacer: “No robarás. No matarás. No cometerás adulterio”. Nos convence de pecado para que acudamos a Cristo para ser salvos. La gracia nos enseña lo que sí debemos hacer. Una vez que hemos encontrado la salvación, nos enseña cómo debemos vivir y nos da la gracia para vivir cómo Dios quiere. La ley condena. La gracia santifica. La gracia de Dios nos consuela, nos anima, nos fortalece y abre el cielo para que podamos recibir lo necesario de Dios para vivir vidas santas.

La enseñanza de la gracia.

  1. La gracia nos enseña lo que tenemos que renunciar para poder vivir la vida cristiana, a saber, la impiedad y los deseos mundanos. La impiedad es la vida sin Dios. Es la vida que pasa de Dios, no adora a Dios, no desea hacer su voluntad, no se interesa en su Palabra, y no cree. Los deseos mundanos son la inmoralidad, la satisfacción de los apetitos de la carne, el ego, el materialismo, la autosuficiencia, la insumisión y la independencia; el vivir para uno mismo y lo que le apetece. Si vamos a seguir a Cristo, hemos de renunciar todo esto. 
  2. La gracia nos enseña cómo es la vida cristiana, a saber, sobria, justa y piadosa. La sobriedad es vivir una vida disciplinada y controlada, una vida moderada, equilibrada. La justicia es la legalidad. Lo correcto. Lo estipulado. Es vivir como se debe. Y una vida piadosa es una vida vivida centrada en Dios, para la gloria de Dios, en obediencia a Dios, adorando a Dios y amándolo.  
  3. La gracia nos enseña que el enfoque de la vida es la venida de Cristo y su reino: “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (2:13).
  4. La gracia nos enseña que mientras tanto nos dedicamos a las buenas obras: “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de venas obras” (2:14).    

La gracia nos enseña a dejar la vieja vida, vivir para Cristo, esperar su venida y hacer el bien, ¡y nos da la gracia para poder hacerlo!, porque esto es lo que la gracia es. 

  

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