ESPECULACIONES CONTROVERTIDAS

 

“Al partir para Macedonia, te encargué que permanecieras en Éfeso y ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas… Estas cosas provocan controversias en vez de llevar adelante la obra de Dios que es por la fe. Debes hacerlo así para que el amor brote de un corazón limpio… Algunos se han desviado de esa línea de conducta y se han enredado en discusiones inútiles. Pretenden ser maestros de la ley, pero en realidad no saben de qué hablan ni entienden lo que con tanta seguridad afirman” (1 Tim. 1:3-7, NVI). 
 
Lectura: Ef. 1:1-4.
 
            El apóstol Pablo y su equipo misionero pasaron tres años en Éfeso desde donde fundaron las siete iglesias de Asia. Después, Pablo abandonó Éfeso para continuar con la obra evangelística en otros lugares dejando a Timoteo como encargado de la obra en aquel lugar. En Hechos 20:17-38 leemos el apasionado encargo del apóstol a los ancianos de esta ciudad rogándoles que protegiesen la iglesia, porque preveía que vendrían lobos rapaces para destruirla. Pues, los lobos vinieron. Trajeron enseñanzas falsas que provocaban controversias que dividían las iglesias. La obra del Espíritu Santo es unificar en amor, pero la obra de “especulaciones controvertidas” (como algunas versiones traducen la frase “discusiones inútiles”) es dividir. Matan el amor.
 
            Los maestros falsos estaban enseñando “leyendas y genealogías interminables” (1:4) que provocaban controversias. Tomaban nombres que encontraban en las genealogías e inventaban historias acerca de estos personajes. Hoy día los que causan controversias y las divisiones subsecuentes no lo hacen en base a historias inventadas y mitos, sino en base a llenar las lagunas bíblicas con sus propias especulaciones. Luego insisten que son “doctrina sana”, y se separan de los creyentes que no están de acuerdo con sus enseñanzas especulativas y los tachan de personas con doctrina falsa, con los cuales no se puede tener comunión.
 
            ¿Dónde está el problema? El problema viene de especular, de formular doctrina basada en la lógica humana y no en revelación del Espíritu Santo. Hay lagunas en la Biblia. Dios no explica todas las cosas. Deja algunas sin explicar. Hay huecos. No ata todos los cabos. Deja algunos sueltos. ¿Por qué? Porque Dios ha revelado lo que ha estimado necesario para nosotros y no ha revelado cosas que no somos capaces de entender. Entonces, que las dejemos tal cual. No tengo el derecho a inventar doctrinas para explicar lo que Dios no explica. Y menos tengo derecho a formular una doctrina sistemática e insistir en que todo el mundo la crea. Tampoco tengo la prerrogativa de insistir que todo el mundo crea mis interpretaciones de aquello que Dios revela. Lo que es claro, es claro. Y lo que no es tan claro, dejémoslo así. Nunca debemos causar divisiones basadas en doctrinas que se prestan a varias interpretaciones. La sana doctrina conduce al amor y a la unidad. El hermano es aquel por quien Jesús murió. Amémoslo. Bendigámoslo. Y demos gracias a Dios por él. “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Cor. 13: 13).      

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