“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25).
Lectura: Mateo 6:25-34.
El Señor Jesús dijo: ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” ¿En qué consiste la vida además que en el alimento? Sin el alimento te mueres. Entonces, ¿qué puede ser más importante que el alimento? ¿Y de qué manera es el cuerpo más importante que el vestido? ¿Para qué sirve el cuerpo y para qué es la vida? El Señor no contesta a su pregunta, la deja sin respuesta para que nosotros mismos la contestemos. ¿Qué respuesta darías tú?
Adán y Eva vivían en un hermoso huerto en el cual abundaba la comida, pero Eva estaba afanada acerca de una fruta que quería probar. La probó y perdió toda posibilidad de probar nunca más ninguna buena comida del huerto, y arrastró a su marido con ella. Los dos estaban vestidos del hermoso vestido de la inocencia que Dios había provisto para ellos, pero el afán de tener más que la abundancia inicial los dejó sin comida y vestimenta alguna. Fueron expulsados del huerto teniendo que trabajar para comer y cubrir su desnudez como podían. Habiendo sido ricos, llegaron a ser pobres. Menospreciando la provisión de Dios tuvieron que contentarse con lo que ellos mismos podían proveer para sí mismos.
En cambio, tenemos las aves del cielo. Ellas se contentan con el ropaje provisto por Dios y la comida que Él les da. Los lirios del campo son otro ejemplo de la hermosura del vestido que Dios provee. Dios viste a las aves, a las flores y a la hierba, y les da de comer. Su ropaje es esplendoroso y su alimentación perfecta, pero nosotros no aprendemos la lección. Dios sigue ofreciendo las vestimentas de una justicia perfecta, pero el hombre prefiere fabricar su propia justicia, y queda desnudo delante de Dios. Se afana trabajando para comer y vestirse, despreciando la mesa de Dios y el ropaje de la justicia de Jesús y así queda fuera del Paraíso de Dios para siempre.
Jesús nos enseñó cómo invertir el orden: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas” (6:33). Si buscamos primero la comida y la ropa, nos quedamos sin nada, pero si buscamos primero el adelanto y el crecimiento del Reino de Dios, Dios nos provee con la comida material y la espiritual, y la ropa material y la espiritual también. Tendremos provisión para el cuerpo y para el alma, y viviremos para siempre en el eterno Edén de Dios.
Solo una vida, pronto pasará,
Únicamente lo hecho para Dios durará.
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