SKETCH: LA MUJER EN EL TRABAJO Y EN LA IGLESIA

 

“… que los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta (de la mujer), considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3:1, 2).
 
Narrador. Este sketch es acerca del lugar de la mujer creyente en el trabajo y en la iglesia. No debe ser una nulidad, pero tampoco arrasa a los hombres. Tiene un lugar importante, y cuando lo ocupa Dios la bendice a ella y a los que trabajan con ella. La escena se abre con un grupo de mujeres, todas muy diferentes, pero todas amigas, en una cafetería.  
 
Cristiana: (Se llama Raquel). Tengo una inquietud acerca de mi trabajo. No lo veo claro. En dos días me toca presidir una reunión de comité muy importante para decidir cómo enfrentar un problema con otra empresa. Estará mi jefe y el presidente de la compañía y muchos hombres con más experiencia que yo, y ¡me toca a mí presidir! No me parece bien. ¿Cómo voy a presidir cuando está mi jefe y otros hombres con más experiencia que yo?
 
Mundana: ¡Qué bien! ¡Podrás decir a estos hombres lo que tienen que hacer! ¡La mujer al frente! ¡Tú eres muy inteligente! ¡Tú puedes!
 
Feminista: Ya es hora de que la mujer asume el mando. No hay nada que la mujer no pueda hacer. Es tan competente como el hombre. ¡Tantos siglos oprimida y tratada como una ciudadana de segunda categoría! ¡Hay que reivindicar los derechos de la mujer! ¡No hay ningún hombre que me vaya a mandar a mí!
 
Mundana: Te has pasado. No soy tan feminista como tú. Eres agresiva. Pero estoy contigo en que no veo ningún problema en que Raquel presida la reunión.
 
Feminista: (ya molesta). ¡Hay que defender los derechos de la mujer! ¡No entiendo a estas mujeres como tú que dejan que sus maridos manden sobre ellas! (tono de burla).
 
Mundana: (se defiende). ¡Yo todavía estoy casada!
 
Cristiana débil: No os peleéis. Tranquilas. Tenemos que ayudar a Raquel.
 
Cristiana: Hay dos cosas importantes aquí. Una es el lugar de la mujer, y otra es el orden de autoridad. Mi jefe tiene autoridad sobre mí. Los otros hombres en la reunión tienen más experiencia que yo.
 
Feminista: Eres tonta. Ya es hora de reivindicar el lugar de la mujer. (mirando a Raquel) Esta es una oportunidad perfecta. Puedes lucir en esta reunión. Eres inteligente. Puedes presidir y mostrar la competencia de la mujer delante de todos estos hombres que se ven tan importantes.
 
Cristiana débil: Claro que la mujer puede hacer todo lo que hace el hombre. En mi iglesia hay una pastora y todas las ancianas son mujeres. Una mujer preside la alabanza. Otra mujer lleva las finanzas. Una hace el mantenimiento. No hay muchos hombres en la iglesia. Los que hay se encargan de la limpieza.
 
Feminista: No veo por qué no puede hacer todo lo que quiera la mujer. Estoy muy en contra de estos trabajos estereotipados. (Con tono sarcástico): Esto es trabajo de mujer y aquello es trabajo de hombre. ¡Ridículo!
 
Cristiana: Pues mi iglesia tiene pastor y ancianos. Una mujer es la directora de la escuela dominical, otra lleva el coro, pero un hombre siempre preside el culto. Antes solo hombres podían ser médicos, ahora hay doctoras. Antes solo los hombres eran abogados, ahora hay abogadas. Antes las mujeres ni podían escribir libros. Conozco casos en que mujeres tienen que escribir libros usando nombres de hombre. Por ejemplo, George Eliot (Jorge Eliot) era una mujer. Pero ahora hay autores y autoras. Una cosa son los papeles en la iglesia y en el hogar, y otra cosa son los papeles en el trabajo. Ahora estamos hablando del trabajo. Yo podría ser el jefe, pero resulta que no lo soy. No es el momento para mostrar la ascendencia de la mujer; es el momento de respetar el orden de Dios. Hay que someterse a la autoridad. Y mi jefe tiene autoridad sobre mí. Mi conciencia no me permite asumir autoridad sobre él. Pero ¿cómo puedo pedirle que presida él? Dirá que no. Si presido yo, además de estar fuera de orden, será un desastre, porque no tengo la experiencia de los hombres que van a estar presentes, y tenemos que decidir cosas muy importantes para la compañía. En lugar de lucir, quedaré mal. Complicaré las cosas para mi compañía.
 
Cristiana mundana: ¿A qué iglesia vas? Quizás mi marido me acompañaría a la tuya.
 
Mundana:  Mira la hora. Tengo que recoger a mis hijos de natación. Seguimos hablando la semana que viene.
 
Feminista: (Tono sarcástico): No tengo este problema. No tengo hijos que recoger. Pero tengo que recoger mi coche del taller.
 
Mundana: (Mira a la feminista y con tono burlón dice): Mi marido hace estas cosas.
 
Cristiana mundana: No os peleéis. Nos vemos el lunes.
 
(Todas se despiden y todas dicen: Hasta el lunes. Todas se van. Cristiana y Cristiana mundana salen juntas, hablando.)
 
Cristiana: Mi Iglesia está en la calle Mayor, número 123. Se llama sencillamente Església Evangèlica. Mira, lo tengo decidido acerca de lo que estuvimos hablando. Voy a pedir a mi jefe que presida esta reunión. Ora por mí.
 
Cristiana mundana: Vale. Oraré. Nos vemos el lunes que viene. (Se despiden).
 
Vuelven todas.
 
Cristiana mundana: No puedo creer que toda una semana haya pasado.
 
Mundana: Y yo no puedo creer que todavía todas seamos amigas. Nos conocemos desde párvulos. Me gustan estas conversaciones que tenemos. Me dan mucho en qué pensar.
 
Feminista: Tampoco puedo creer que haya aguantado a algunas de vosotras tantos años. (Mira a Mundana y sacude la cabeza). Algunas nunca aprenden.
 
Cristiana mundana: (Pone paz) ¡Chicas!  (Mira a Cristiana y pregunta:) ¿Cómo fue la reunión? ¿Presidiste tú?
 
Cristiana: ¡Brillante! Mi jefe presidió y lo hizo muy bien en una situación complicada. No hubo ningún problema. Tomamos unas decisiones importantes y creo que va a ir muy bien para nuestra compañía. Yo participé también. Presidiré la reunión en la que explicaré lo que decidimos a mis colegas. (Mira a Feminista y dice): Hay hombres y mujeres en esta reunión, pero es de mi incumbencia presidirla. Pude respetar mi conciencia y Dios ha dirigido. Aunque ellos no lo saben, (con una sonrisa muy grande dice) ¡Dios lleva mi compañía!  Hablando de otra cosa, (pregunta a Cristiana mundana): ¿A tu marido le gustó el culto en nuestra iglesia el domingo?
 
Cristiana mundana: ¡¡Sí!! Le gustó mucho.
 
Mundana: ¿Cuál es la dirección de tu iglesia?
 
Fin. Se van todas.
 
Narrador: Cuando oramos y hacemos las cosas según el orden bíblico, aunque los del mundo se opongan y se burlen de nosotros, Dios bendice, ¡hasta en nuestro trabajo secular! Y damos buen testimonio a los del mundo, porque ven el resultado. 


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