“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
Lectura: Mat. 1:18-23.
Cuando José supo que su prometida estaba embarazada, no se precipitó con una reacción primaria, sino que buscó consejo del Señor, y, en este momento tan crucial de la historia, Dios no tardó en responder. Le mostró en sueños lo que tenía que hacer: “Y pensando en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). La finalidad de la vida de este Hijo que María esperaba era la de salvar a su pueblo de sus pecados. No venía para librar a Israel de los romanos, ni para enseñar la ley de Dios como rabino, sino para salvar a su pueblo de su verdadero problema, el pecado del corazón humano. Por lo tanto, la manera adecuada de recibir a este Niño es reconocer nuestra necesidad de salvación, arrepentirnos con lágrimas de arrepentimiento por toda la maldad que hay en nosotros, y poner nuestra fe en la expiación que efectuó en la cruz del Calvario, ya de mayor, para tener la salvación de nuestros pecados. Si no, ¡estamos celebrando el nacimiento de un Salvador que no nos ha salvado! Pero, si nos ha salvado, podemos celebrar la Navidad con conocimiento de causa, ¡y mucho gozo!
Los cristianos de la iglesia primitiva cantaban (himno latino, siglo V):
¡Escucha! suena una voz estremecedora:
“Cristo está cerca”, parece decir;
“¡Desechad las obras de la oscuridad,
Oh hijos de la luz!”.
2. Despertada por la solemne advertencia,
Levántate, alma atada a tierra;
Cristo, tu sol, disipando todo mal,
Brilla sobre los cielos de la mañana.
3. ¡Mira! el Cordero, tan esperado,
Desciende del cielo con perdón,
Apresurémonos, con lágrimas de dolor,
Todos y cada uno a ser perdonados.
4. Así, cuando Cristo venga en gloria,
Aunque el mundo esté envuelto en temor,
Con su misericordia nos protegerá,
Y con palabras de amor se nos acercará.
5. Honra, gloria, poder y bendición
Sean a Dios: al Padre y al Hijo,
Y al Espíritu eterno,
Mientras transcurran las edades eternas. Amén.
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