“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 24:42 y 25:13).
Lectura: Mateo 24:24-29.
El Señor advirtió que se levantarán falsos Cristos, “y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (24:24). ¿Cómo puede engañar a los escogidos un falso Cristo? Se ve que el poder del engaño será muy fuerte. Los que conocemos al verdadero Cristo no vamos a ser engañados por una persona que dice ser Jesús, porque sabemos cómo Él va a volver, y nadie puede imitar su venida tal como la tenemos descrita en este mismo texto. Nadie puede trastornar los planetas y descender del cielo con gran poder y gloria, ¿o puede Satanás hacer un simulacro? No lo sabemos, pero tenemos que estar preparados para algo convincente que no sea la verdadera venida. Por eso el Señor nos ha dado unas pinceladas: “Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (24:27). ¡Será deslumbrante!
La verdadera venida:
- Sacudirá los cielos: “El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidos” (24:29).
- Será visible: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (24:30).
- Será ensordecedora: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta” (24:31).
- La sentiremos: “Y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (24:31).
Antes de que acontezca, habrá indicaciones: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (24:32, 33). Por eso hemos de velar y orar. En último término, no tenemos que reconocer al Señor; Él nos reconocerá a nosotros, y nos llevará con Él. La responsabilidad nuestra es la de estar preparados conociendo bien la Biblia, estando en oración, ocupados en los asuntos de su reino, pagando el precio en sufrimiento para serles fiel, evangelizando, amando y sirviendo a los hermanos, y perseverando, con los ojos puestos en el cielo, amando su venida y esperándola con ansia. Que no falte ninguno de mis lectores en aquel día, esta es mi oración. Que todos estemos preparados añorando su venida. Pensamos en seres amados que todavía no están convertidos y esto nos hace desear que demore un poco más su venida. Creo que uno de los últimos milagros que Dios hará es hacer que la vida de cada persona en el planeta llegue a culminación y termine de cumplir los propósitos de Dios para ella justo cuando llegue al Señor. Solo Dios es capaz de coordinar tan grande coincidencia. Será su penúltimo despliegue de poder antes del gran clímax de la historia cuando descienda su Hijo con gran poder y gloria y se levante la cortina de la eternidad. ¡Cuán grande es nuestro Dios!
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