QUE ANDÉIS COMO ES DIGNO

 

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22).
 
Lectura: Ef. 4:23-31.
 
            Para seguir a Cristo es necesario dejar la vieja vida. Una familia que conocemos ha sido trastocada con el descubrimiento de que el padre de familia nunca ha dejado su vieja vida. Todo aquello en lo que está metido ha salido a la luz en estos días causando un tremendo revuelo a todas las personas que lo conocen. Este hombre los tenía a todos engañados. Resulta que estaba viviendo una doble vida, metido en vicios vergonzosos que han destrozado su familia y tendrán repercusiones en sus hijos de por vida. Es imposible que sea creyente como pretendía. Las Escrituras son claras: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5:5). El creyente ha salido de todo esto.
 
“Nadie os engañe con palabra vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (5:6). Algunos están engañados pensando que siempre que creamos en Cristo no importa cómo vivamos. ¿A fin de cuentas, no somos salvos por fe sin obras? Pablo contesta a este argumento con palabras contundentes: Si viven como hijos de desobediencia, la ira de Dios descansa sobre ellos. Este hombre no es un hijo de Dios, sino un hijo de desobediencia. Su padre es la desobediencia, no Dios. Dios no lo reconoce como hijo suyo.
 
Si toda tu vida está metida en el engaño, el fraude y la mentira, la tendrás que dejar si quieres seguir a Cristo: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo… Airaos, pero no pequéis… El que hurtaba, no hurte más… Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca… Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4:25-31). La vida de este hombre está llena precisamente de estas cosas. Es evidente que, por mucho que vaya a la iglesia, no ha conocido al Señor. Se ha destapado la olla y el contenido es espantoso. Una vez confrontado con toda la evidencia, él se ha inventado mentiras para rebatirla. Es una pena, porque Dios le estaba brindando una oportunidad de confesar su pecado, poner su vida en orden delante de Él y empezar una nueva vida, buscando consejería hasta lograrla, pero, en lugar de esto, se ha refugiado en la mentira. Se ha dado a conocer por la persona que es.
 
Dios está haciendo una obra necesaria en todas las personas envueltas en este embrollo. No hay víctimas inocentes, solo los niños, que quedarán marcados, pero aun en sus vidas Dios puede usar todo esto para bien. Dios puede escribir recto en renglones torcidos. Su oferta de salvación para este hombre queda abierta, pero las condiciones no cambian, tendrá que renunciar a su vieja vida, tomar su cruz y seguir a Cristo. Nuestro deseo es que lo haga, pero le costará todo lo que tiene, porque todo está contaminado por su carne: “Los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Rom. 8:7, 8). Salvarse cuesta el sacrificio de la carne, pero vale la pena.            


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