“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que le dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así” (Mateo 24:44-46).
Lectura: Mateo 24:36-39 y 42-44.
En este capítulo el Señor Jesús está contestando a la pregunta que sus discípulos le plantearon acerca de su segunda venida. Querían saber qué señales indicarían que su venida estaba cerca: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (24:3). El Señor contestó a su pregunta con una larga explicación de lo que ocurría antes de su venida. Les dio muchas advertencias acerca de los peligros que enfrentarían y les habló de cómo deberían prepararse para resistir a todas las pruebas que precederían a su venida. Concluyó su discurso diciéndoles que estuviesen siempre al tanto, porque no sabían cuándo su venida se iba a presentar. La manera en que deberían prepararse para este evento transcendental no consistía en especular acerca de su proximidad, sino en estar ocupados en su servicio.
La manera de no estar preparados es estar peleándonos con los demás creyentes: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón; Mi señor tarda en venir, y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no esperaba, y la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (24:48-51).
En nuestros días detectamos un espíritu de especulación, se oyen comentarios acerca de la proximidad de su venida, pero pocos están siguiendo la recomendación del Señor, de estar ocupados haciendo lo que el Señor nos ha mandado hacer, a saber, a llevar el evangelio a los confines de la tierra: “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría , y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:7, 8). Estas fueron las últimas palabras del Señor antes de ascender al cielo. Cuando hayamos acabado este trabajo, vendrá: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (24:14).
¡Trabajad! ¡Trabajad!
Somos siervos de Dios,
Seguiremos la senda que el Maestro trazó;
Renovando las fuerzas con bienes que da,
El deber que nos toca cumplido será.
¡Trabajad! ¡Trabajad!
Esperad y velad.
Confiad, siempre orad,
Porque el Maestro pronto volverá.
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