GRACIA, AMOR Y COMUNIÓN

 

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2 Corintios 13:14).
 
Lectura: 2 Cor. 13:10-14.
 
            El apóstol Pablo al final de su discurso dice a sus amados corintios que ha empleado la autoridad que Dios le ha dado para su edificación y no para su destrucción. Luego dice algo sumamente hermoso, si lo meditamos: “Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz” (13:11). Estas son las relaciones que deben existir entre ellos. Tienen que ser un grupo gozoso, como emoción colectiva. Perfeccionaos, cada uno y en conjunto. Cado uno debe estar creciendo en santidad. Esto hará que todos se beneficien. Han de ir consolándose los unos a los otros. Si alguien está por los suelos, los demás deben hacer todo lo posible para animarlo. Nada de peleas, y, sobre todo, de peleas doctrinales en una congregación. Esto no adelanta nada. Nadie gana. Todos pierden. Pues que se pongan de acuerdo, y si no es posible, que no sea causa de discordia. “Vivid en paz”. ¡Qué grupo más hermoso va a ser cuando obedezcan estas instrucciones apostólicas! Así es como tiene que ser la iglesia. Si hacen esto, dice Pablo, “el Dios de paz y de amor estará con vosotros”.   
 
Pablo concluye con la doxología que tenemos en la cabecera de nuestro devocional: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Les desea gracia, amor y comunión, justo lo que nosotros deseamos para nosotros mismos y para los que amamos, la gracia del Señor Jesús salvándonos, el amor de Dios inundando nuestros corazones, y la comunión del Espíritu Santo con nuestros hermanos y con Dios. Vemos que es un texto trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero no en este orden. El Señor Jesús viene antes, porque sin Él no hay salvación posible: uno ha recibido el Espíritu Santo para gozar del amor de Dios en Cristo; así nos llega. Vamos a meditar en esta doxología:        
 
La gracia del Señor Jesucristo
            La gracia de Dios son sus riquezas a expensas de Cristo. Es su favor inmerecido. Por esta gracia vino el Señor Jesús a este mundo y entregó su vida para nuestra salvación para que pudiésemos tener paz con Dios por el perdón de nuestros pecados. Existía una gran separación entre Dios y nosotros que el Señor Jesús ha cerrado en la cruz. La entrega de su vida fue el acto supremo de la gracia de Jesús.
           
El amor de Dios
            El amor de Dios y la gracia de Dios son parte de la misma realidad. ¿La salvación resulta del amor de Dios o de su gracia? Las dos cosas. Por su gracia y en su amor Dios mandó a su Hijo quien fue motivado por las mismas dos cosas, gracia y amor. ¡El Padre y el Hijo se parecen! Uno envía y el Otro va, los dos movidos por amor y gracia. El Cielo fue vaciado para llenar la cruz.
 
La comunión del Espíritu Santo
      El Espíritu Santo es el canal por medio del cual el amor de Dios y la gracia de Cristo nos llegan. Fue enviado por el Padre y el Hijo para hacer realidad en nosotros lo que Jesús efectuó en la cruz. Por medio de la comunión con el Espíritu Santo experimentamos perdón y paz con Dios y el amor de Dios para nosotros y para nuestros hermanos. Esta es la base de la unión entre hermanos y gozo en la iglesia.    


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