“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 24:42 y 25:13).

Lectura: Mateo 24:4-14.

            El Señor nos advirtió de muchas cosas muy fuertes que van a pasar en los últimos tiempos para que estuviésemos preparados. Él no quería que nada nos pillase por sorpresa que nos hiciese tropezar, es decir, perder la fe. Sería un desafío fuerte para su fe si alguien que no creyese que la Iglesia sufriría grandes estragos ¡de repente se encontrase en medio de una enorme apostasía, entregado a las autoridades por un miembro de su propia iglesia! Por eso hemos de tomar muy a pecho las advertencias del Señor. ¿Cómo, pues podemos prepararnos?

1. Si el peligro es de estar engañados, hemos de desarrollar discernimiento: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (24:24). Por lo tanto, no debemos ser crédulos, ni con la propaganda de los medios de comunicación, ni con lo que se predica en un púlpito. Hemos de conocer bien la Biblia. Para ello, hay que estudiarla y seguir estudiándola (1 Pedro 2:2, 3) cada día.
2. Hemos de orar mucho. “Velad y orad” (Lu. 22:40). Necesitamos un tiempo devocional diario (Salmo 5:3). Hemos de aprender a escuchar la voz de Dios y obedecerla (Isa. 50:4, 5), cueste lo que cueste.  
3. Hemos de estar trabajando en lo que el Señor ha pedido que hagamos (Mat. 24:42-46), en concreto, estar ocupados en su servicio (24:45-46), y no estar golpeando a nuestros consiervos (24:48). Esto quiere decir, no estar discutiendo y causando divisiones, sino amando y sirviendo a nuestros hermanos en la fe.
4. Hemos de estar preparados para sufrir por Cristo (Mateo 10:17-22), tanto a manos del mundo, como de otros que se llaman cristianos: “Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán” (24:10).
5. Hemos de estar evangelizando: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Todos hemos de participar en la evangelización, o bien yendo al campo misionero, o bien apoyando económicamente a los que llevan el evangelio, o a obreros nativos quienes están levantando iglesias en lugares donde la iglesia está siendo perseguida.
6. Hemos de perseverar. Si nuestra iglesia se enfría, que perseveremos a pesar de todo: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (24:12). Que cultivemos buenas relaciones con los de nuestra iglesia y con otros creyentes. Hagamos nuestra parte para fomentar el amor entre nosotros.
7. Hemos de estar preparados para el engaño donde menos lo esperamos. Que reconozcamos a los falsos maestros: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” (24:11). Por eso es tan importante que conozcamos la Biblia y que tengamos discernimiento. En la vista de todo esto, que “seamos fortalecidos en el Señor, y en el poder de su fuerza… para que podamos resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef. 6:10, 13).   

 
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