LA TAREA QUE DIOS ME ASIGNA

“Todos los contados de los levitas que Moisés y Aarón y los jefes de Israel contaron por sus familias, y según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entraban para ministrar en el servicio y tener cargo de obra en el tabernáculo de reunión, los contados de ellos fueron ocho mil quinientos ochenta” (Números 4:46-48).
 
Lectura: Números 4:24-28.
 
            Si te gusta la logística, este capítulo es fascinante. Nos enseña mucho acerca del carácter de Dios. Dios está organizado. Mover tres millones de personas por el desierto requiere mucha organización y Dios está a la altura del proyecto. Cada persona tenía su tarea designada. Si no, habrían estado discutiendo quién hacía qué y nunca habrían arrancado las estacas de sus tiendas. Mirando las tareas, cada una parece insignificante, pero Dios no lo ve así. ¡El mal cumplimiento fue penalizado con la muerte! (4:15).
 
            Los levitas estaban divididos en tres grupos según sus clanes y familias: la rama de Coat, la rama de Gersón y la rama de Merari. Se hizo un censo de cada clan y Dios asignó los trabajos. Pongamos por ejemplo “El oficio de los hijos de Coat en el tabernáculo de reunión, en el lugar santísimo, será este: Cuando haya de mudarse el campamento, vendrán Aaron y sus hijos y desarmarán el velo de la tienda, y cubrirán con él el arca del testimonio; y pondrán sobre ella la cubierta de pieles de tejones, y extenderán encima un paño todo de azul, y le pondrán sus varas. Sobre la mesa de la proposición extenderán un paño azul, y pondrán sobre ella las escudillas, las cucharas, las copas, y los tazones para libar; y el pan continuo estará sobre ella. Y extenderán sobre ella un paño carmesí, y lo cubrirán con la cubierta de pieles de tejones” (4:4-8). Y así va con todos los muebles del tabernáculo. Hay que leer todo el capítulo para ver la perfección de detalle. Dios nombra todas las cosas y asigna a cada familia su responsabilidad en el traslado del tabernáculo. Funcionó con la precisión de un reloj.
 
            “A cargo de Eleazar hijo del sacerdote Aaron estará el aceite del alumbrado, el incienso aromático, la ofrenda continua y el aceite de la unción; el cargo de todo el tabernáculo y de todo lo que está en él, del santuario y de sus utensilios” (4:16). Eleazar tenía la responsabilidad de organizarlo todo bajo las instrucciones detalladas de Dios: “Aarón y sus hijos vendrán y los pondrán a cada uno en su oficio y en su cargo”. Dios escogió a un responsable y todos tenían que responder a él: “Según la orden de Aarón y de sus hijos será todo el ministerio de los hijos de Gersón en todos sus cargos, y en todo su servicio; y les encomendaréis en guarda todos sus cargos” (4:19, 27).
 
            Cada uno sabía cuál era el trabajo que le tocaba y a quien tenía que responder. Dios organizó todo el cuidado de su Casa y los responsables de cada detalle. Es lo mismo hoy. Cada trabajo que hacemos en la iglesia es importante, es una asignación de Dios y somos responsables por la parte que nos toca. Hemos de realizar este ministerio, aunque nos parezca insignificante, para Dios y bajo las órdenes de la persona que Dios ha puesto sobre nosotros. Cada trabajo bien hecho tendrá su galardón y cada trabajo mal hecho tendrá su castigo. Cada uno haciendo la parte que le toca, como parte de un gran equipo, bajo las órdenes de Dios, colabora para el buen funcionamiento de la Iglesia.            

Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.