PERMANECED FIRMES

 

“Nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13, 14).
 
Lectura: 2 Tes. 2:13-17.
 
            Este texto es un análisis interesante acerca de la salvación de los receptores de esta carta, ¡y también de la nuestra! Hemos sido escogidos para salvación desde el principio. Esta idea se ve en muchas partes de la Biblia, por ejemplo: “Nos escogió en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4). El Espíritu participó en nuestra salvación santificándonos, es decir, apartándonos, guardándonos para Dios. Dios nos llamó por medio de la proclamación del evangelio. Pero era necesario que nosotros también participásemos en nuestra salvación. Tuvimos que poner nuestra fe en la verdad: tuvimos que responder al llamado de Dios y creer el evangelio. La finalidad de nuestra salvación es alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo, es participar en su reino y vivir eternamente con Él. Esta es la bendita esperanza de todo creyente. No solo somos creyentes en este mundo, sino que estaremos en una sociedad perfecta para siempre.
 
            Notemos que el texto es trinitario: Dios Padre nos escogió; el Espíritu Santo nos santificó, es decir, nos apartó para Dios; y el Señor Jesucristo nos espera en su reino donde veremos su gloria, la que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese. Hemos sido llamados mediante la predicación del evangelio, el que Pablo llama “nuestro evangelio”. El único evangelio que salva es el que el apóstol Pablo definió y predicó, el evangelio del reino.
 
Habiendo explicado cómo llegaron a ser salvos, Pablo les dice lo que tienen que hacer a continuación: “estad firmes”“Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2:15). Los santos perseveran. Y perseveran en la doctrina de Pablo, en este caso, en cuanto a la venida de Cristo, a saber, que vendrá tal como Pablo lo ha explicado en su primera carta a esta iglesia en 1 Tesalonicenses 4:13-18. No ha venido ya, dejando atrás a aquellos creyentes, como algunos falsos maestros les habían dicho, sino que su venida es futura y vendrá a por ellos. No dejéis que nadie os engañe en cuanto a su venida. Es literal, será acompañada por la resurrección de los muertos, y los vivos nos encontraremos con Él en aire cuando Él descienda, “y así estaremos siempre con el Señor”.
 
Mientras tanto: Que “el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual con amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones (¡y los nuestros!), y os confirme en toda buena palabra y obra” (2:16, 17). Amén. Que así sea. Siempre que la Biblia habla de la segunda venida, el énfasis está en la necesidad de estar preparados por medio de una vida santa. Aquí el apóstol nos dice que Dios nos confirme en “toda buena palabra y obra”. Que nuestra palabra y obra hoy sea para la gloria de Dios.   


 
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