“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34).
Lectura: Marcos 6:35-44.
Jesús vio la multitud como ovejas sin pastor, y siendo Él el pastor de corazón, la visión lo conmovió. No los vio como un gran rebaño, sino como ovejas, cada una diferente, cada una con su necesidad particular:
Los enseñó.
“Porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34). Jesús iba a atender a todas las necesidades de la gente, pero lo más apremiante era la necesidad de salvación, así que comenzó por allí, por enseñarles el evangelio del reino.
Los sanó.
“Y saliendo Jesús, vio una multitud, y tuvo compasión del ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mateo 14:14). Mientras los enseñaba los iba mirando, y uno adolecía de una cosa, y otro de otra. Cuando terminó con la enseñanza empezó a sanarlos, uno por uno. Esto llevó tanto tiempo que el día se estaba acabando y todavía no habían comido.
Les dio de comer.
Los discípulos le dijeron a Jesús: “el lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse” (Mat. 14:15, 16). “No tienen necesidad de irse”. Esta frase es sugerente. Él no quería que se fuesen de su lado. ¿Tú vas a la iglesia y recibes la enseñanza, y luego te vas y dejas a Jesús allí? ¿O vienes al Señor con una necesidad apremiante, recibes la atención que necesitas, y te vas? El Señor no quiere que nos vayamos nunca. Él hace de Maestro, de Médico, y de Cocinero y suple todas las necesidades de la gente. ¿Entonces se van? En esta historia sí, pero no en todas: “Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado” (Lucas 24:28, 29). Los discípulos de Emaús querían que se quedase con ellos. ¿Tú quieres que se vaya?
Llega un momento en que has recibido la enseñanza, has sido sanado, y has comido, pero todavía no quieres irte. Jesús preguntó a sus discípulos si querían irse: “Muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”. ¿Qué dices tú? “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:66-68). Cuando has aprendido la lección, recibido la sanidad y comido, descubres que hay algo más. Está Jesús, y resulta que has llegado a amarlo, y ya no te quieres ir nunca más de su lado. Te dice: “No tienes necesidad de irte”. “Puedes quedarte conmigo”.
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