“En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).
Lectura: Salmo 31:14-24.
Nosotros hacemos lo que podemos para planear nuestras actividades. Tenemos una agenda que organizamos lo mejor que sabemos. Pero algunas cosas están fuera de nuestro control, como cuándo va a ser posible una visita médica o cuándo nos tocará una operación. Entonces forzosamente lo tenemos que dejar en manos de Dios, confiando totalmente en su planificación. Tuvimos una experiencia en cuanto a esto últimamente.
Estaba a la espera de que me llamasen para una operación, confiando en Dios y observando cómo iba metiendo y quitando cosas de nuestra agenda y maravillándome. Pero cuando me llamaron para la operación el tiempo de recuperación coincidía con la visita de mi hermano y su esposa. Ya teníamos billetes de avión para verlos en Francia. Hacía casi cinco años que no los habíamos visto y esta ocasión iba a ser muy especial. Tuve que decirle a la programadora del hospital que la fecha que me dio no era posible. En estos casos no sabes qué pasará o cuándo van a reprogramar la intervención. Dije que no y lo volví a poner en manos de Dios, preparada para recibir la respuesta que fuese, ¡hasta la cancelación de la operación!
Por otro lado, hace muchos meses que mi hermana me dijo que quería ayudarme después de la operación, pero le había dicho que esto no era posible programarlo, porque ella tenía que comprar el billete de avión con meses de antelación y no sabría cuándo me iban a operar hasta dos semanas antes de la fecha. Así que lo dejamos por imposible y ella compró su billete y me informó de los detalles. El otro día me llamaron del hospital para darme la nueva fecha de la operación y es ¡el día antes de la llegada de mi hermana! Toda la familia ha quedado impactada por la “coincidencia”, que no puede ser menos que la mano de Dios. Aun los de la familia que no son creyentes tienen que reconocer que esto ha sido divinamente coordinado. Alabado sea el Señor por la perfección de sus caminos.
Tu mano paternal
Marcó mi senda aquí.
Mis pasos, cada cual,
Velados son por ti.
En tu mansión yo te veré;
De Ti perdón feliz tendré.
Tú eres, ¡oh Señor!
Mi sumo, todo bien;
Mil lenguas tu amor
Cantando siempre estén.
En tu mansión yo te veré;
Y galardón feliz tendré.
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