“Ahora bien, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo… no se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el destructor por naturaleza” (2 Tesalonicenses 2:1,3, NVI).
“Ahora, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo… nadie os engañe de ninguna manera; porque esto no sucederá sin que venga primero la apostasía y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:1, 3, RVA, Reina Valera Actualizada).
Lectura: 2 Tes. 2:1-8.
El apóstol Pablo está enseñando a los tesalonicenses que antes de que venga el Señor Jesús se manifestará el hombre de maldad, también llamado el hombre de iniquidad, o el hombre de pecado. Hay una nota en la Reina Valera Actualizada que dice que también se llama “el hombre sin ley o de anarquía”. Estas variantes dan fe de que es difícil traducir el nombre de este hombre, que es el nombre que lo describe. El hombre sin ley significa que se opone a toda ley, al mismo concepto de ley. No quiere que haya ninguna ley. Se opone a la Ley de Dios y a cualquier otro sistema legal. Promueve el caos, el desorden, la anarquía. Esto nos recuerda la frase que se repite en el libro de Jueces: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Cada uno es una ley para sí mismo. El resultado de no tener ni rey ni ley fue el desmadre y la sinrazón; la población perdió el norte.
Cuando se quita el concepto de la verdad absoluta y se reemplaza con el de la verdad relativa, no hay verdad alguna. Si tú tienes una verdad y yo tengo otra, la verdad y la mentira se confunden. Y sin verdad no hay ley. La Biblia afirma que la Ley de Dios es verdad: “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad” (Salmo 119:142). “Por medio de la verdad (Dios) traerá justicia… las costas esperan su ley” (Is. 42:3, 4). La Ley de Dios se basa en la verdad. La Ley de Dios no es una de muchas verdades, tampoco es la verdad para algunos, es la verdad absoluta, la verdad de Dios.
La justicia, la verdad y la ley forman un paquete inseparable. Cuando se pierde la noción de Dios como absoluto, se pierde su Ley como Ley universal para todos los pueblos, se pierde la justicia, y se pierde el concepto de la verdad como absoluto para todo hombre. El resultado es la barbarie, la masacre, las atrocidades y la crueldad. El hombre se convierte en un monstruo desalmado y reina el caos, como estamos viendo en las noticias en estos días.
Pablo en este texto está hablando del hombre sin Ley, sin gobierno, controlado por sus deseos más bajos. Esto es el resultado final del rechazo de Dios. Antes de que venga el Señor Jesús se manifestará el hombre de pecado. veremos el mundo en apostasía, rechazando la verdad de Dios, rechazando la Palabra de Dios y rechazando la Ley de Dios. El mundo terminará donde empezó: “La tierra estaba desordenada”, sumergida en tinieblas (Gen. 1:2). Entonces vendrá la Luz de Dios, y “destruirá con el resplandor de su venida” (2:8) al hombre que se opone a la ley, y el Señor Jesús introducirá el nuevo orden respetuoso con la Ley. Esta es la esperanza de todo creyente.
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