“Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:24-26).
Lectura: Lucas 9:23, 24.
Antes de criticar a los que evangelizaban en siglos pasados amenazando de las consecuencias de no convertirse, como Jonathan Edwards en su famoso sermón: “Pecadores en manos de un Dios airado”, y al Señor mismo en este sermón, y en otros mensajes parecidos que hablan de ir “al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:43-48), vamos a pensar en un ejemplo contemporáneo:
Unas familias vivían en una zona que iba a ser bombardeada en cierta guerra. El gobierno anunció que estaban proveyendo un autocar para evacuar el área, que tenían que apuntarse, pero estas familias estaban indecisas. Les costaba creer que su casa iba a ser destruida. Había sido la casa familiar durante generaciones y estaba llena de recuerdos entrañables. ¿Cómo vas tú a motivarlos a abandonarla y aprovechar la oferta del gobierno?
Puedes decirles que la ciudad donde el gobierno los va a trasladar es una ciudad muy bonita, moderna, y llena de lujos. El clima es mejor. Es un buen lugar para los niños. Tiene buenos colegios, bonitos parques, y el alcalde tiene muy buena fama. Hay buenos médicos. Allí podrían tener una casa aún más grande que la que dejen. Y es fácil conseguir trabajo; no hay desempleo. Solo tienen que apuntarse y subir al autocar. No cuesta nada. El viaje es gratis, pagado por el gobierno. ¿No quieres apuntarte? ¿Quieres que te reserve plazas en el autocar?
Podrías decir esto, o podrías hablar de las consecuencias de no trasladarse. Dirías que el bombardeo es seguro, que está más que comprobado que este país cumple con sus amenazas, y podrías poner ejemplos del pasado de grandes catástrofes, de inundaciones e incendios que ha causado. Podrías citar a muchos famosos que han dado esta misma advertencia. Podrías hablar de las consecuencias para su familia, la pérdida segura de la casa y la muerte de sus hijos. Les dirías que, como padres responsables, tienen que tomar acción inmediata, porque no saben cuándo el escape ya no será posible. Llegará el momento en que haya salido el último autocar y se vean solos, oyendo caerse bombas, viendo edificios colapsarse y llamas y humo que sube al cielo. ¿Es esto lo que quieren? ¿Quieren tener a sus hijos muertos en brazos, llorando por ellos? Si no, pues que se espabilen mientras pueden. ¿A qué esperen?
¿Cuál es el acercamiento que solemos usar presentando el Evangelio? ¿Cuál es el acercamiento que usó el Señor Jesús? ¿No es hora de cambiar nuestro método y seguir su ejemplo?
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