“Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel” (Josué 7:1).
Lectura: Josué 6:17-19 y7:10-12.
Conocemos la célebre historia de Acán. Desobedeció a Dios en la batalla; se quedó con parte del botín que Dios había mandado destruir. Al hacerlo, él trajo la ira de Dios no solo sobre sí mismo y su familia, sino sobre toda la congregación de Israel. Dios dijo que, si no lo quitasen de en medio, Israel no podría hacer frente a sus enemigos, ni estaría Él más con ellos (7:12, 13). Esto es lo que pasa cuando hay pecado en medio de una congregación y esta no lo erradica. Toda la congregación queda culpable delante de Dios por el pecado de uno. La consecuencia es que el enemigo se apodera de ellos, y la presencia de Dios se va de esta iglesia. Esto es tremendo. Dices: “¿Cómo puede una persona contaminar toda una iglesia?” Es la misma pregunta que: “¿Cómo puede un pequeño virus infectar todo un cuerpo?” Sabemos la respuesta.
Conocemos una iglesia en que uno de los ancianos abandonó a su familia y se fue con una mujer joven para empezar otra familia con ella. Nunca más pasó por la puerta de una iglesia. La iglesia no reaccionó. No lo excomulgaron. No denunciaron este pecado públicamente. La congregación no se arrepintió como congregación. No hubo un día de quebranto y oración a favor de su familia. Y ahora esta iglesia, que era grande, ha quedado prácticamente vacía.
Cuando los líderes de una iglesia o miembros de una congregación han cometido pecados escandalosos, toda la iglesia queda tocada. Es un mal testimonio para la gente del mundo, y toda la iglesia tiene mala fama. Si no rectifican, las otras iglesias tienen que separarse de ella. Esto pasó con una que fue expulsada de su denominación, y así debe ser. Cuando una parte nuestra está podrida, se tiene que sacar. Si una facción de un país comete crímenes de guerra, todo el país debe denunciar esta conducta y desasociarse de este grupo que sistemáticamente comete atrocidades. Si no, todo el país queda tachado.
Si en una congregación ha habido prácticas inhumanas, si ha habido crueldad, difamación mentirosa, robo, engaño público, y cosas tan escandalosas que hacen daño a la causa de Cristo, ¿qué tiene que hacer esta congregación para rectificar? Confesar su pecado como congregación en una reunión de oración de toda la congregación convocada con esta finalidad. Desasociarse de las personas implicadas y no arrepentidas, dar a conocer públicamente (porque su desorden ha sido público) que hicieron mal y están arrepentidos, pedir perdón personalmente a todas las personas que han sido afectadas y hacer lo que corresponde en cada caso, comunicar su arrepentimiento y rectificación a la denominación y reorganizarse para impedir que nada de esto vuelva a ocurrir. La Biblia enseña el amor, esto es cierto, perdonamos al pecador, pero esto no lo exime de poner su vida en orden de tal forma que todos sepan que ya no es el mismo, que el Señor ha cambiado su vida.
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