LA DESPEDIDA (7)

“Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban, doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco” (Hechos 20:36-38).
 
Lectura: Hechos 20:32-38.
 
            ¿Por qué no puedo leer estas palabras, por familiares que sean, ni una sola vez sin llorar? Este es el corazón del apóstol Pablo. Esta escena es tan hermosa que conmueve. (El creyente que tiene una opinión dura de Pablo no lo conoce). Esta escena es de una emotividad que parte el corazón. Pablo ha vaciado el contenido de su alma delante de estos apreciados amigos y hermanos. Se ha derramado en amor enseñándolos, advirtiéndolos, amonestándolos, animándolos y apoyándolos. Les ha dado todo lo que tenía y no queda más. Termina y se cae de rodillas y se pone a orar entregándolos a Dios que puede guardarlos y presentarlos delante de su gloria con gran alegría, y no solo a ellos, sino a todos los que están bajo su cuidado.
 
Cuando hubieron orado se echaron al cuello de Pablo, llorando porque sabían que nunca más lo verían en esta vida. ¿Esta es la despedida normal de un pastor? Debería serlo. Yo me acuerdo de una parecida en Madrid (hace 50 años) cuando el pastor que fundó la iglesia se jubiló. (Su misión le había mandado ya con 65 años a encargarse de responsabilidades en un país musulmán, a una situación muy difícil, y se iba). En aquella reunión de despedida toda la iglesia estaba llorando a lágrima tendida. Salieron ríos de lágrimas. Él era un pastor al estilo de Pablo. Toda la congregación lo amaba de todo corazón. La escena es inolvidable. El llanto continuó durante semanas. Cuando él se fue, vinieron los lobos, pero, la iglesia continúa hasta el día de hoy.
 
Pablo amaba a estos hermanos de Éfeso, y ellos lo amaban a él. Su enseñanza fue completa; les enseñó todo el consejo de Dios; su ejemplo de vida fue perfecto, les servía abnegadamente, ahora tendrán que imitarlo; y su amor por ellos fue profundo, les había enseñado a amar de esta manera. Ellos lo seguirán amando por toda la eternidad, y Pablo a ellos, y la reunión en el cielo no será menos emotiva. 
 
Este es Pablo, el judío, el que despreciaba a los gentiles y mataba a los cristianos. Y mira qué cambio hizo Jesús en él. Jesús lo amaba entrañablemente a Pablo y Pablo a Él. Aquello fue un océano de amor. Fluía el amor de Dios en todos los corazones. Este es el amor de Dios en corazones humanos transformados y llenados por el Espíritu Santo. Este es el cumplimiento de la ley, el amor.
 
“Y le acompañaron al barco”.

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