“Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía…; tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, de flores de alheña y nardos; nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas, fuente de huertos, pozo de aguas vivas… Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta. Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; he recogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido” (Cantares 4:12-5:1).
Al Señor le gusta estar con nosotras. Disfruta descubriendo las distintas facetas de lo que hay en nosotras al estar con nosotras. Explora nuestra vida interior y pasa de una cosa a otra, como un jardinero disfrutando de la diversidad y cualidades particulares de cada flor. Se goza de las idiosincrasias de cada una, de su forma de pensar, de nuestras personalidades variadas. Le gusta observar cómo aquello que ha plantado en nosotras llega a su fruición, como un jardinero disfruta cuando ve florecer sus bulbos. A Dios le gustan los jardines.
Jesús fue enterrado en un jardín. Dios puso a Adán y Eva en un jardín. El Cielo se llama el Paraíso, el Jardín del Gran Rey. Jesús le dijo al ladrón arrepentido en la cruz que estaría en aquel jardín con Él. Es lo que queremos, estar en un jardín hermoso con Aquél a quien amamos. Paseando. Disfrutando de su belleza juntas. Oliendo cada flor, observando la magnífica combinación de colores. Y no es un jardín silencioso, sino en plena sinfonía, con la música de miles de pájaros con sus espléndidos coloridos, abejas gordas y peludas, mariposas, hierba suave, árboles esbeltos, agraciados, que extienden sus ramas al cielo, uniéndolas para formar un pabellón, un templo, un lugar de oración en las sombras frescas. Es un lugar hermoso donde estar, y es a esto con lo que el Señor Jesús nos compara, con un jardín. Quiere encontrarse con nosotras en lo que somos para Él.
«Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan». (Isaías 58:11).
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones”. (Isaías 61:10-11).
Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.