Nuestra responsabilidad
“Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8).
Nuestra vida antes de conocer a Cristo se caracterizaba por la concupiscencia, el deseo de conseguir cosas. Estaba conducida por los deseos de la carne: dinero, sexo, poder, fama, etc.: “habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (1 Pedro 1:4). La nueva vida es una vida de fe. Hemos nacido de nuevo por medio de la fe: Ahora esta fe tiene que ir acompañada de más cosas. Si la fe no produce nada de fruto, es una fe estéril, inútil, de la clase que no salva. Sin fruto no hay salvación, porque el fruto es la evidencia de la misma. En la vida de la persona salva siempre hay fruto, pero lo que interesa es fruto en abundancia. “Si estas cosas (frutos) están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:8-10). Ya que lo ha dicho tres veces, nos preguntamos: ¿qué cosas? ¡Frutos!
Tenemos la fe, ahora, manos a la obra para producir el fruto. Hemos de poner de nuestra parte. (Este es un lado de la moneda. En otros momentos enfatizamos el otro. Vemos los dos en Filipenses 2:12-13.). “Poniendo toda diligencia, añadid a vuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor” (2 Pedro 1:5-7). Estas cosas son las que tenemos que añadir a nuestra fe. Si no las añadimos, nuestro conocimiento de Dios es “sin fruto”, somos “ociosos”, “ciegos” y hemos “olvidado la purificación de nuestros antiguos pecados” (v. 8-9).
El fruto:
- Virtud: una vida justa, un carácter bondadoso, ser buena gente.
- Conocimiento: de Dios y de su Palabra. Esto implica estudio y obediencia, porque Dios se revela al alma obediente.
- Dominio propio: (Gálatas 5:22). No estar dominados por nuestros deseos; los controlamos.
- Paciencia: (Gálatas 5:22). Podemos esperar lo que queremos y no enfadarnos si no lo conseguimos inmediatamente. No nos damos por vencidas. Esperamos para ver la obra de Dios en otros.
- Piedad: cultivar una vida espiritual, deseos de Dios y comunión con Él y el deseo de agradarlo.
- Afecto fraternal: amor para los hermanos, deseo de estar con ellos, orar con ellos, compartir con ellos, ayudarlos, servirles, aprender de ellos y con ellos.
- Amor: amor en general: amor para la gente, para la humanidad perdida, el deseo de ver salvos a nuestros compañeros y vecinos, la compasión. Ser cariñosos. Amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas y al prójimo como a nosotras mismas.
“De esta manera nos será otorgada una amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:11). Así sea.
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