“A los veinticuatro días del mes de undécimo, que es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: Ve de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos” (Zacarías 1:7, 8).
Lectura: Zacarías 1:9-13.
Continuaremos con el profeta Zacarías:
Los versículos que acabamos de leer, juntamente con Zacarías 6:1-8, encuentran su hecho en Apocalipsis 6:2-6 que habla de los sellos. Comentar el significado completo se escapa de nuestro propósito ahora. Basta decir que los jinetes de Dios patrullan el mundo entero, dando especial atención a Jerusalén. Cuando informan al Ángel del Señor, bajo cuyos órdenes están, que no pasa nada, él intercede para que Dios se mueva en Jerusalén, clamando: “¿Hasta cuándo?” (Zacarías 1:12). (Zacarías 1:7-17 y 6:1-8 con Apocalipsis 6). Esta visión revela a Jesús en su rol de Intercesor.
En la visión del sumo sacerdote Josué (Zacarías 3:1-7) tenemos una preciosa representación de la obra de Cristo quien defiende al creyente bajo la acusación de Satanás y lo reviste con su justicia. El Señor Jesús, representado en la figura del Ángel de Jehová, habló y “mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle estas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala” (Zacarías 3:4). Dios dice: “Quitaré el pecado de la tierra en un día. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su vid y debajo de su higuera” (3:9, 10). Aquí está el pecador revestido de la justicia de Jesús y perdonado por la obra de la cruz, que descansa en paz con Dios y con su compañero.
Jesús vuelve a salir en la siguiente visión del candelabro de oro y los olivos. Tenemos a Jesús representado por Zorobabel, el descendiente de David, y el sumo sacerdote, Josué; pues Él es Rey y Sacerdote. El candelabro de oro está dando aceite (al Espíritu Santo) al gobernador y al sumo sacerdote para que hagan la obra: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Esta visión habla de cómo Jesús empezó la obra de la edificación del Templo de Dios hecho de piedras vivas, Él la acabará en el poder del Espíritu Santo. Él es la piedra del ángulo y la piedra principal que sujeta todo el edificio, el primero y el último, el alfa y la omega: “Las manos de “Zorobabel” echarán el cimiento de esta casa y la acabarán” (Zacarías 4:9). (Zacarías 4 con Mateo 16:18).
¡Tenemos que contenernos para no extendernos con este libro fascinante! Zacarías también profetiza que Jesús entraría a Jerusalén montado sobre un asno (Zacarías 9:9 con Mateo 21:6-9); que el Mesías sería vendido por treinta piezas de plata: “Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!” (Zacarías 11:12, 13 con Juan 12:45); y que sería traspuesto: “Mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10 con Juan 19:34-37). Hay mucho más, pero lo tenemos que dejar aquí, dando gracias a Dios por esta hermosa profecía.
Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.