“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza” (Abdías 15).
Lectura: Abdías 16-21.
Los siguientes profetas que vamos a mirar son: Abdías, Jonás y Miqueas.
El profeta Abdías habla del juicio de Dios a las naciones, concretamente en cuanto a los crímenes de guerra que han cometido. Los edomitas habían matado a los israelitas que se escapaban de los babilonios; cometieron terribles crímenes. El profeta, pues, termina con la profecía: “Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová” (Abdías 21). El Salvador que juzgará a los edomitas (los de Esaú), y a todas las naciones, es Jesús, Juez y Rey: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Abdías 21 con Juan 5:22, 27).
El profeta Jonás profetizó a Jesús con su vida.
“Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches” (Jonás 1:17). “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mat. 12:40). Los hombres de Nínive se arrepintieron con la predicación de Jonás: “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jonás 3:10). ¡Aquel día se convirtieron unas 120.000 personas! Los Israelitas no habían respondido a la predicación de Jonás, pero los gentiles sí. Lo mismo pasó con Jesús. Los judíos no creyeron en Él, pero los gentiles sí. Y hay otra cosa que tienen en común Jesús y Jonás, los dos eran de Galilea y los dos fueron rechazados: “Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta” (Juan 7:52). Los fariseos se equivocaron en dos puntos: (1) Jonás sí que era profeta que vino de Galilea (ellos lo habían descalificado como profeta), (2) Jesús no nació en Galilea, pero sí era profeta.
El profeta Miqueas predijo que el Mesías iba a nacer en Belén, pero que sería desde la eternidad: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad… Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz” (Miq. 5:2 con Mateo 2:6 y Juan 7:42). Esta es la profecía que orientó a los magos para encontrar a Jesús. En esta profecía también tenemos la humanidad y la divinidad de Jesús. Nace en Belén, pero sus salidas son desde la eternidad. Él es el Pastor de Israel, y será engrandecido hasta los fines de la tierra. Él es nuestra paz; por medio de él tenemos paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).
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