JESÚS Y LOS PROFETAS (19)

 

“Me dijo otra vez Jehová: Vé, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas” (Oseas 3:1).

Lectura: Oseas 3:2-5.

Los siguientes profetas que vamos a mirar son: Oseas, Joel y Amós.

            El profeta Oseas tipifica a Jesús en su fidelidad a su esposa, a pesar de la infidelidad de la mujer. El Señor Jesús es el Novio celestial desposado a casarse con la Iglesia que no se ha mantenido pura, ni merece ser amada por Uno de la magnitud del que la ama (Oseas 3:1 con Apoc. 19:6-8). El desposorio es para la santificación de la novia, para que finalmente sea apta para este Novio: “Cristo amó a la iglesia… para santificarla… a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5: 25-27). “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente, porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apoc. 19:6-8)Finalmente, la novia será gloriosa y el Novio glorificado en ella.

            El profeta Joel presenta al Mesías como el Salvador de gente de todas las naciones: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado” (Joel 2:32 con Romanos 10:12, 13): “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. El Mesías bautizará con el Espíritu Santo: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Joel 2:28, 29). Jesús profetizó la venida del Espíritu Santo que cumplirá la obra que Él empezó. Jesús salva y el Espíritu Santo santifica: “Yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá el mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:7, 8). ¡El Espíritu convence de pecado, Jesús salva, y el Espíritu continúa la obra!

            El profeta Amós profetizó que el sol no daría su luz al mediodía, profecía que se cumplió cuando Jesús fue crucificado: “Acontecerá en aquel día, dice Jehová el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro” (Amós 8:9 con Mateo 27:45, 46): “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani?” Todas las profecías que se iban cumpliendo en torno a la crucifixión dieron testimonio de que, efectivamente, Jesús era el Mesías prometido.

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