NOSOTROS Y LOS PROFETAS (14)

  “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1).
 
Lectura: 1 Reyes 17:1-7.
 
El siguiente profeta que vamos a mirar es Elías.
 
            A diferencia de los profetas que hemos visto hasta ahora, Elías no da profecías acera del futuro, sino que transmite más bien el mensaje de Dios para su generación. Es una figura solitaria, perseguida, poderosa y muy humana, todo a la vez. Sale dos veces en la vida de Jesús: la primera, en la persona de Juan el Bautista que fue el heraldo de Jesús: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Mal. 4:5, 6 con Mat. 11:14). “Respondiendo Jesús, les dijo: a la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17:11-13)La segunda vez, en el monte de la transfiguración con Jesús: “Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mat. 17:2, 3).
 
            En lugar de profetizar a Jesús con sus palabras, lo representaba con su vida. Fue perseguido por reyes (1 Reyes 19:2 con Mateo 2:16). Controlaba los elementos (1 Reyes 18:41-46 con Mat. 8:23-27). Resucitó a muertos (1 Reyes 17:22 con Juan 11). Hizo muchos milagros (1 Reyes 18:38 con Marcos 1:34). Tuvo ministerio con gentiles: “Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón” (1 Reyes 17:8-16 con Mat. 15:21-28). Dejó su ministerio en manos de un discípulo y fue trasladado al cielo vivo, al igual que Jesús: “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino”. En el caso de Jesús: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”. (2 Reyes 2:11 con Hechos 1:9). A diferencia de los profetas mayores como Isaías, Jeremías y Ezequiel, el profeta Elías hizo muchos milagros. Jesús, como profeta, fue como Elías en cuanto a los milagros, y como los profetas mayores en cuanto a sus profecías.
 
            La última cosa que vamos a mencionar es que Elías fue muy humano, y Jesús fue hecho humano, como él, y como nosotros, pero sin pecado (Stgo. 5:17 con Heb. 2:17). El apóstol Santiago hace referencia a la humanidad de Elías y lo pone como ejemplo para nosotros: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor… Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:10, 17, 18). Quizás no podemos imitarlo en sus milagros, pero en su vida de oración, sí. 

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