“Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada” (1 Cor. 5:7).
Lectura: Éxodo 12:1-12.
Todos los profetas hicieron referencia a Jesús, o bien simbólicamente, o bien directamente en sus mensajes. Esto no nos sorprende porque sabemos que el tema de la Biblia es Cristo, porque todo se centra en Él, se refiere a Él y se cumple en Él. Vamos a hacer un breve repaso de los profetas y señalar lo que dijo cada uno acerca de Jesús.
El primer profeta que miraremos es Moisés a quien debemos el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia. Resulta que estos cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, están llenos de profecías de Jesús en forma de promesa, o en símbolos que lo representan. Aquí hay unos pocos botones de muestra:
· Apenas abrimos la Biblia y nos encontramos leyendo de un animal que fue sacrificado por el pecado de la primera pareja y cómo Dios los revistió de sus pieles, o sea, les puso en su piel de la misma manera que nos ha revestido de Cristo y nos ha puesto en su piel. Estamos en Él: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. (Gen. 3:21 con Gal. 3:27).
· Cristo es el Cordero Pascual que fue sacrificado por nuestro pecado “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Éxodo 12 con Juan 1:29, 36).
· Cristo es el maná del cielo: “Y Jesús le dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (Ex. 16 con Juan 6:32, 33).
· Cristo es la Roca que siguió a la congregación de Israel por el desierto: “Bebían de la roca espiritual que les seguía, y la roca era Cristo” (Ex. 17 con 1 Cor. 10:4).
· Todos los componentes del Tabernáculo que levantó Moisés en el desierto representan a Cristo. Él es la puerta, la entrada a la presencia de Dios. Todas las víctimas sacrificadas en el altar de bronce representan a Cristo (Lev. 1 a 7); el lavacro representa su Espíritu que regenera; Él es el pan de la proposición en la mesa de panes; Él es el candelero, la luz del mundo; Él es el olor fragrante que sube al Padre del altar de incienso; la gloria shekhiná en el Lugar Santísimo es la eterna gloria suya (Éxodo 25 a 30).
· El día de la Expiación es una representación completa de la obra de Cristo quien paga por el pecado y lo hace desaparecer, las dos cosas que están representadas por las dos cabras (Lev. 16). Jesús no solo paga por nuestro pecado, lo quita de en medio; desaparece y deja de existir: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de tu heredad?… Sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18, 19).
· Jesús es la serpiente de bronce que levantó Moisés en el desierto que sana del pecado y libra de la muerte: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. (Números 21:8, 9 con Juan 3:14).
· Jesús es el profeta como Moisés que Moisés mismo prometió que Dios levantaría: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios” (Deut. 18:15 con Juan 6:14).
Todas estas referencias proceden de los escritos de Moisés. Siendo profeta, Moisés reveló a Cristo en cada uno de sus libros. La misma vida de Jesús es el perfecto cumplimiento de la ley de Moisés: “El cumplimiento de la ley es Cristo” (Rom. 10:4, RVC). Él es la ley en persona. Su vida de perfecta obediencia a la voluntad de Dios plasma lo que es una vida de perfecta justicia.
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