EL DESCANSO DE DIOS

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. Fueron acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gen. 1:31-2:3).
 
Lectura: Gen. 1:1-10.
 
Después de hacer el trabajo de la creación, Dios descansó. Creo que descansó porque el trabajo estaba hecho, no porque estaba cansado, porque Dios no se cansa: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio” (Isa. 40:28). Creo que también descansó para disfrutar de todo lo que había hecho. Vamos a explorar este último motivo.
 
Creo que todo lo que Dios hace es para su placer, no de forma egoísta, como nosotros, sino porque le produce placer hacer una obra perfecta. Después de realizarla Él contempla la obra que ha hecho y pasa tiempo mirándola y disfrutando de ella: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Nosotros suponemos que Dios echó un vistazo a lo que había hecho y que después durmió con satisfacción, pero parece que la idea es más bien que se sentó con la finalidad de recrearse en la obra de sus manos, para contemplarla largamente y disfrutar de ella.
 
Muchos de nosotros vamos haciendo nuestro trabajo como una obligación necesaria, motivados por un sentido del deber. Queremos terminarlo cuanto antes para poder tacharlo de la lista y proceder a la cosa siguiente. No descansamos de nuestro trabajo, ni nos paramos para contemplarlo, sino que nos movemos de prisa para terminar cuanto podamos en poco tiempo. Si podemos terminar muchos proyectos de nuestra lista en un solo día, mucho mejor. Estamos cansados al final, pero tenemos la satisfacción de saber que ahora nos queda una cosa menos que hacer, pero no nos paramos para disfrutar de lo que hemos hecho. Solo disfrutamos de tenerlo hecho.
 
Siguiendo el ejemplo de Dios, es importante hacer la obra bien, contemplar lo que hemos hecho, y disfrutar de él. Esto no encaja nada con la mentalidad moderna de productividad. Cansa mucho. Y no produce mucha satisfacción. Para hacer las cosas como Dios, hace falta un cambio de actitud. Su idea del trabajo es poder disfrutar de ello después. Por eso está el descanso, para disfrutar de un trabajo bien hecho.
 
Podemos aprovecharnos del verano para repasar nuestros trabajos, descansar y disfrutar de lo que hemos hecho.

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