“Y faltando vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino” (Juan 2:3).
¿Cómo es tu percepción de la realidad? Lo que ves es real, pero ¿lo guardas en su verdadera perspectiva, o exageras la importancia de lo negativo hasta que esto llena toda tu visión?
En una reunión de iglesia una señora dijo que había once niños en la última comida fraternal y sólo cuatro adultos, y con esto se puso a llorar. El pastor respondió sonriendo, contento de que había tantos, y dijo que es lo de siempre, o bien ves el vaso medio lleno, o bien lo ves medio vacío. Si, cuando lo ves medio vacío, te hundes, esto ya es la histeria. El negativismo exagerado y dramatizado conduce a la histeria. Tenemos que mantener las cosas en su perspectiva correcta por amor a nuestra felicidad y salud mental y rechazar toda exageración y dramatización de lo negativo. La fe en Dios percibe lo que hay, mantiene todo en su perspectiva correcta, y cuenta con Dios. Cree que Dios llenará la otra mitad del vaso o bien con el mejor vino existente, o, en su defecto, consigo mismo, según los dictados de su infinita sabiduría.
En la boda en Caná de Galilea, el Señor suplió la carencia con el mejor vino, preludio a lo que haría en el día de Pentecostés: llenar a su pueblo con el Espíritu Santo, consigo mismo, con el verdadero gozo de Dios. Cuando veas el vaso, digamos, la iglesia, o tu vida, medio vacía, díselo al Señor y Él llenará el vacío consigo mismo y estará lleno, y si, en su providencia, añade lo demás, ya rebosará, pero lo que no debe faltar nunca es el gozo de su plenitud.
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