LA OVEJA PERDIDA (1)

“Va tras la que se perdió hasta encontrarla” (Lucas 15:4).

Lectura: Lucas 15:3-7: “Entonces les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.

            Con esta meditación empezamos una serie[1] sobre nuestros seres queridos perdidos y cómo podemos hacer la parte que nos corresponde a nosotros para verlos venir al Señor. Esta lectura es clave porque revela el corazón del Señor y su afán para ver salvo al perdido. Esta es la parte que Dios hace. La nuestra la tocaremos más adelante, pero de momento cobremos ánimo viendo varias cosas del Señor Jesús:

  1. Recibe a pecadores“Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (15:2). Lo celebramos, porque si no fuese así, estaríamos perdidos. Cuando venimos arrepentidos, nos recibe y lo celebra comiendo con nosotros. Esta comunión está simbolizada en la Mesa del Señor, pero también es una ocurrencia diaria. Nosotros comemos de Él, y Él nos da de comer de su Palabra. Nutre nuestras almas, y, además, conversa con nosotros. No es un comer realizado en silencio, sino un alegre intercambio de palabras entre nosotros y nuestro amado Rescatador en que derramamos nuestra alma delante de Él y Él nos revela la verdad acerca de lo que le compartimos.  
  2. Los busca hasta encontrarlos. El Señor está buscando a nuestros seres queridos por los cuales estamos orando y no desiste, no se desanima, no los da por imposibles, sino que sigue buscando. Esto nos da mucha esperanza y apoya nuestra fe. En la parábola, la búsqueda le costó rasguños de zarzas, y peligro de precipicios en terreno hostil, pero en la realidad, le costó la cruel muerte del Calvario. Pagó el último precio para hallar lo que se había perdido.
  3. Gozaos conmigo. Hay gozo en la tierra y en el cielo cuando un pecador se arrepiente. El Señor se goza cuando halla a la oveja perdida, invita a sus amigos a gozarse con Él, y hay gozo en el cielo de parte del Padre y sus ángeles, porque la salvación del pecado es el corazón de la Biblia, el propósito por el cual Jesús se encarnó y vino a la tierra, y el motivo de la Creación. Dios creó este mundo para salvar a pecadores y hacerlos aptos para vivir eternamente en su Reino. Esta es la obra de la cruz y del Espíritu Santo; Dios nos salva y nos regenera. Y el resultado es mucho gozo de parte de todos.   

[1] Estas meditaciones fueron dadas en la Iglesia de Esparraguera el día 8 de Julio de 2023 en la reunión de señoras en la cual disfrutamos la comunión de mujeres de muchas iglesias.

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