MARÍA, LA MADRE DE JUAN MARCOS (1)

“Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? Él les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle…” (Lucas 22:9, 10).
 
Lectura: Lucas 22:10-14.
 
            ¿Alguna vez te has preguntado por qué tanto misterio en cuanto al lugar donde iban a celebrar la pascua? Pues, atando cabos, aquí tenemos una posible explicación: Jesús quería celebrar la Pascua con sus discípulos: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lu. 22:15). Sería la Ultima Cena. Después, Jesús sería traicionado y crucificado, y aún tenía muchas cosas que decirles y mucho amor que mostrarles, y no quería que Judas lo impidiese. No tenía que saber dónde estarían para no cortar este tiempo. Judas iba buscando una ocasión para traicionarlo. Este sería un lugar conveniente para prender a Jesús porque todo el mundo estaría ocupado con la pascua. Las multitudes no estarían con Jesús para defenderlo. Así que, Jesús mantuvo a Judas con Él todo el tiempo, sin oportunidad de que escapase para delatar su paradero y sin saber dónde estarían, hasta que fuese conveniente para Jesús.
 
Jesús explicó a Pedro y Juan como encontrar la casa: Seguid al criado a donde vaya “y decid al padre de familia de esta casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?” (Lu. 22:11). Este hombre podría ser el marido de María y el padre de Juan Marcos. Mas adelante la casa es identificada como “la casa de María”, cosa que nos lleva a pensar que él habría muerto poco después. Pues, en medio de la celebración de la pascua Jesús manda a Judas a salir para hacer lo que tiene que hacer y Judas se va directamente a buscar a los líderes religiosos para llevarlos a esta casa para prender a Jesús; pero, cuando llegan, Jesús ya ha salido con sus discípulos al Huerto de Getsemaní para orar.
 
Así que llega Judas con la turba a la casa y ya es de noche. Hacen un gran alboroto y despiertan al dueño de la casa, a su esposa María, y a Juan Marcos, su hijo. Este último se entera de que los enemigos de Jesús lo están buscando para arrestarlo y salta de la cama para alertar a Jesús de que vienen a por él. No hay tiempo que perder. Se envuelve en la sábana de la cama y sale corriendo para Getsemaní, pero llega tarde, los enemigos de Jesús ya están. Ven al joven y lo cogen, pero él se escapa dejando la sábana en sus manos (Marcos 14:51, 52) y Juan Marcos huye desnudo.
 
Ahora tenemos que pegar un salto. Jesús es crucificado, resucita y asciende a los cielos. Justo antes les dice a los discípulos que esperen en Jerusalén hasta la venida del Espíritu Santo. Así pues, “volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén… Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judas hermano de Jacobo” (Hechos 1:12, 13). ¡María tenía su casa llena! Allí esperan todos: “Perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús y con sus hermanos” (Hechos 1:14). Y a la casa de María descendió el Espíritu Santo.   

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