TESORO EN EL CIELO

“Estos fueron los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Marcos 4:19).
 
Lectura: Marcos 4:14-20.
 
            De entrada, los discípulos no entendieron la parábola de las tierras y preguntaron a Jesús qué significaba. El Señor les contestó una cosa muy curiosa. Dijo: “A vosotros os de dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados” (4:11, 12). Curioso. Parece que el Señor no quiere que se conviertan. El Señor no les da entendimiento del evangelio para que sean salvos. Porque si entendiesen el Evangelio sin arrepentirse, la salvación no les sería posible. Es como el que recibe a Jesús como su Salvador, pero no se ha arrepentido. Esta persona no será salva, porque sus pecados no son perdonados. No sirve para nada creer el Evangelio sin el arrepentimiento.
 
            El Señor está hablando del grupo de personas que tiene el corazón en las riquezas, en el dinero. Son los que centran sus vidas en el trabajo para ganar dinero: “el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa”.  El que se cree creyente, pero que está afanoso por el dinero, como lo primordial, evidencia que no ha entendido el Evangelio. No es salvo. Oye la Palabra y piensa que la entiende, pero resulta que no.
 
            El Señor habla de “el engaño de las riquezas”. ¿Qué será esto?  Es lo de pensar que la vida consiste en la abundancia de cosas que uno posee. Es el trabajar bien duro para ganar dinero a expensas de buscar las cosas de Dios. Los que no conocen a Dios se centran en el dinero: “Los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (6:32, 33). El creyente no se centra en el dinero, sino en almacenar tesoros en el cielo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mat. 6:19, 20). Esto no es solamente un consejo sabio de parte del Señor, sino una advertencia solemne, porque el que hace tesoros en la tierra y no en el cielo, está en peligro de no salvarse. Es de los que oyen la Palabra, pero el afán del dinero la ahoga y no produce ningún fruto en sus vidas, y se condenan.
 
            Padre amado, líbranos del engaño de las riquezas. Abre nuestros ojos para ver si el dinero ocupa un lugar en nuestra vida que no debe ocupar. Amén.
  
Las riquezas no son primordiales, y, fuera de su lugar, son perniciosas, nos excluyen del cielo si nuestro corazón está en ellas: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” (6:21). En cambio, si nuestro tesoro está en el cielo, allí estará nuestro corazón y allí estaremos nosotros.  

Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.